Diario de las artes

Los estrictos argumentos escultóricos de Ernesto Aladro

Pieza de Ernesto Aladro.

Pieza de Ernesto Aladro.

Ernesto Aladro es un creador que pasa desapercibido en los ambientes artísticos habituales porque está absolutamente al margen de las muchas exuberancias – la mayoría innecesarias – que acontecen en lo artístico. Su escenario es la intimidad de su estudio; su ambiente, el que dispone la propia creación y su círculo, la realidad de la propia esencia artística. Ernesto Aladro es otro llanero solitario; sólo vive para su escultura; sin el apoyo social que levanta alharacas y crea estados de opinión muchas veces con planteamientos poco interesantes. Por eso pasa casi de puntillas cuando es un escultor importante, con un bagaje artístico poderoso que transmite los valores de la gran escultura de siempre.

La obra de Ernesto Aladro plantea, sin reveses, los esquemas compositivos de una escultura acondicionada a los imperecederos registros de lo clásico, esos que desentrañan las posiciones plásticas necesarias para una composición bien sostenida en fondo y forma; está rigurosamente definida, estructurada sin desvirtuaciones; acondicionada a las exigencias de la propia materia; planteada con el más estricto formulario técnico; abriendo los estamentos plásticos necesarios para que el concepto no se superponga a la propia realidad representada.

La escultura de Ernesto Aladro entra por la mirada y no sucumbe a los fríos postulados de lo que no dice nada. Su obra está bien definida para que cree emoción, para que su desarrollo compositivo acentúe la expectación por la obra bien hecha y alcance los postulados de los valores eternos de la escultura. Así su obra no hace participar de excesos conceptuales ni de exigentes voluntades para captar lo que no existe. Es el estamento de la representación tridimensional bien manifestada en continente y contenido y que suscribe los estados de la máxima emoción.

Hemos conocido los argumentos abiertos de una escultura que Ernesto Aladro plantea con trascendencia creativa. Hemos asistido a momentos de máxima dimensión artística con el bronce marcando sabias posiciones y la figura manifestando sus infinitas circunstancias representativas; creaciones sin fisuras que descubrían a un escultor exigente, lúcido y convencido en todo momento de su realidad como artista en ejercicio. Ahora, en estos momentos en los que el calendario impone la realidad de una ambientación muy específica, Ernesto Aladro nos presenta siete conjuntos escultóricos que definen, sin ambages, todas las disposiciones de un artista consciente, convencido y convincente.

En San Juan de Letrán, en el Santuario de San Juan Grande, en las iglesias de San Lucas, San Juan de los Caballeros, de San Dionisio y de Fátima, así como en un establecimiento de la calle Honda, Ernesto Aladro nos presenta su poderosísima y especial interpretación escultórica de la Navidad. Figuras de contundente realidad escultórica conforman pequeños grupos donde todo se relaciona con la ofrenda de los Reyes Magos, en la que el artista concede un especial protagonismo a la figura del Rey Baltasar. Las piezas son exquisitas esculturas que se adelantan a los simples esquemas representativos que tanto abundan en este tipo de obras. Aquí el escultor magnifica escultóricamente el asunto y eleva el conjunto a un estamento mayor donde todo queda supeditado a las excelencias técnicas de una escultura que abre perspectivas y descubre la potencia creativa de una obra, aquí, más que nunca, sin complejo creativo alguno.

De nuevo, los infinitos alcances escultóricos de Ernesto Aladro se ponen de manifiesto. La realidad inminente de la Navidad sirve de argumento a un artista que sabe recrear las posiciones de la gran escultura de siempre.

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