Cultura

Entre los elegidos

M atías Sánchez se dio a conocer hace unos años en un grupo trasgresor llamado Richard Chaninn Foundation. Sus compañeros de viaje, Juan del Junco y Miki Leal. Eran tiempos en los que un grupo como este era necesario. El arte estaba bajo mínimos y era positivo que algunos pusieran el dedo en la llaga sobre una problemática que manifestaba una realidad sin vuelta de hoja. Pasaron los años y aquel grupo dejó de actuar como tal - los colectivos artísticos si por algo se han caracterizado ha sido por su efímera trascendencia -. Sus componentes comenzaron a actuar como individualidades con mucho éxito de público y crítica. Los transgresores se convirtieron casi en la oficialidad de un arte que los requerían para todo y en todo. Tanto es así que, los tres por separado, son actuantes sempiternos de un arte nuevo que ellos y otros como ellos protagonizan con solvencia.

Matías Sánchez se mantuvo con la aquiescencia de una crítica - también oficialista y excesivamente determinante - que lo ha llevado de la mano por todo tipo de eventos y lo ha catapultado a un olimpo que lo ha acogido como uno de sus máximos elegidos.

Ahora nos lo encontramos en el CACMÁLAGA, con una individual - a la que pocos jóvenes de esa hornada han accedido - y que viene a clarificar la fortuna manifiesta de un artista cuya pintura no deja de ser el exponente de una realidad plástica con demasiados esquivos planteamientos.

Influenciado por las grafías puestas de moda por Basquiat, la obra de Matías Sánchez es transgresora en concepto, pero poco agradecida en postulados formales. Su obra narra una realidad sometida a un burdo expresionismo donde el relato queda acogotado tras los excesos estructurales. El artista somete, quizá demasiado, al entorno cotidiano a unos máximos extremos. Su verbo es descarado, su gramática atípica y su sintaxis marginal. Por sus cuadros discurre una humanidad dispersa, controvertida, desorbitada y sujeta a una espontánea manifestación de cáusticos argumentos. En su obra todo se reduce a un ideario irónico de propuestas mediatas susceptibles de un cómplice juego de maldades conceptuales, donde todo puede tener cabida.

La exposición se compone de cuatro piezas de gran formato y un conjunto de obras pequeñas que muestran el lenguaje trasgresor de este artista que, como el título de la exposición, es todo un elegido para la gloria. Afortunado él.

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