La era de la estupidez (II)

Arquitectura · La belleza intangible

El Delta del Niger arrasado por la actividad petrolífera.
El Delta del Niger arrasado por la actividad petrolífera.
Ramón González De La Peña

Jerez, 20 de enero 2016 - 05:00

UN americano consume el doble de energía que un europeo, nueve veces más que un chino, quince más que un indio y cincuenta veces más que un keniata. Una distribución justa de la energía sería que cada uno de los habitantes del planeta tuviéramos el mismo derecho de consumo energético. El documental La era de la estupidez muestra con gráficos la propuesta sometida a la ONU por los países de la Unión Europea, Reino Unido, China, África y el Banco Mundial. Consiste en una redistribución del consumo de la energía para conseguir el equilibrio mundial: el Tope Global de consumo de combustible fósil (petróleo) que queda en el mundo, se distribuiría disminuyendo progresivamente entre el año 2012 y el 2065, en el que el consumo llegaría a cero. Inicialmente se fijaría una distribución por países proporcional a los actuales consumos, que se irían equilibrando hasta llegar a 2045 en que todos los habitantes del planeta tendrían el mismo derecho de consumo, o lo que es lo mismo, realizarían el mismo número de emisiones. Éstas irían disminuyendo cada año hasta desengancharnos del consumo de petróleo. Es un sistema equivalente al racionamiento de la alimentación que se produjo durante las guerras del siglo XX. Hablando de guerras, en el pasado se hicieron por capitalizar los animales, el agua, la tierra fértil, las especias, los tesoros naturales (marfil, caucho, diamantes, oro), las personas. Las guerras actuales y las que se inicien en los próximos años no tendrán otro objetivo que el control del escaso petróleo disponible.

Las emisiones de CO2 están directamente relacionadas con el aumento de la temperatura terrestre. El Cambio Climático es un problema a largo plazo. Lo que hagamos hoy se traducirá en resultados, bien positivos, o bien negativos, en los próximos 30 años. El objetivo de especialistas como Mark Lynas, autor de Seis grados: Nuestro futuro en un planeta más caluroso, era en 2008 el de limitar en dos grados el aumento de la temperatura de la Tierra respecto de los niveles preindustriales, ya que si se llegara a seis grados, los efectos serían demoledores, incluida la exterminación de la mayoría de los seres vivos. Las emisiones han iniciado desde 1950 un aumento creciente que habría que equilibrar en torno a 2015 (actualmente se ha fijado 2020 como fecha límite) para, a partir de ese año, iniciar la disminución progresiva, de tal modo que en 2050 se llegue reducir en un 80%. Esto supondría la salvación del planeta. Convertir en una economía de bajo carbono la actual economía mundial es probablemente la tarea más importante que haya acometido nunca la humanidad.

Las energías renovables parecen ser la única alternativa posible para iniciar el cambio del sistema. No es sencillo. Llevamos más de 50 años utilizando estas energías alternativas pero no crecerán de manera significativa en tanto no se agoten las reservas de petróleo que, aunque están llegando a su fin según las informaciones especializadas, todavía se mantiene como la primera fuente del consumo de energía, al mismo tiempo que la mayor fuente de contaminación, es decir, de emisión de CO2.

La proyección de futuro, la prospectiva que hace el documental es bastante pesimista. No parece, pese a los intentos de buenos propósitos de los países, por ejemplo en la reciente reunión de París, no están avalados por los grandes consorcios relacionados con la industria del petróleo y sus derivados, más poderosos que los propios gobiernos. Si no es a través de movimientos masivos de los ciudadanos difícilmente se activarán de verdad las medidas restrictivas. Y al menos en esta civilización occidental nuestra, no parece que la gente, cómodamente instalada en sus hogares frente a la televisión, vaya a salir a la calle para algo que cree que todavía no ha empezado a afectarle de manera directa. Aunque sí…

Continuará.

stats