Diario de las artes

La eterna escultura sabiamente manifestada

  • 25 Siglos. La escultura en la colección de la Fundación Cajasol. Sala Murillo, Sevilla.

La eterna escultura sabiamente manifestada

La eterna escultura sabiamente manifestada

En todos los sectores del Arte es bien conocido la importancia que Cajasol tuvo en torno a lo artístico; la entidad siempre se destacó por su magnífico proyecto expositivo, con muestras de producción propia que abarcaban todo el amplio espectro del arte y, sobre todo, manteniendo una interesantísima inclinación hacia la plástica más inmediata; programaciones que se echan en falta y que serían bienvenidas en este panorama de mínimos artísticos en el que actualmente nos encontramos con una falta absoluta de buenas muestras. Ahora, llega, por fin, una muy buena exposición a los espacios sevillanos de la Fundación; muestra muy bien concebida y llevada a cabo con manos expertas, las de Iván de la Torre y Juan Ramón Rodríguez-Mateo.

Creo que es necesario comenzar diciendo que la Fundación que dirige Antonio Pulido posee, probablemente, una de las mejores colecciones de Arte que existen en España - de Andalucía, seguro -; una colección conseguida desde las distintas entidades que formaba aquella institución crediticia - Caja San Fernando, El Monte de Sevilla, Caja de Jerez y, posteriormente, Caja de Guadalajara - y que eclosionó en la importante Colección de la Fundación Cajasol, tan significativa por haber sabido conseguir una dimensión de absoluta trascendencia desde los parámetros variados y las diferentes intenciones y consideraciones artísticas de los que la hicieron posible. Una colección amplia, diversa, rigurosa y con una intención muy bien aquilatada en las formas, en los métodos y en los planteamientos estéticos. Su extenso fondo bien pudiera dar para un programa expositivo continuo, con variedad y preclaro sentido. Si a esto se le suman los buenos espacios con que cuenta la Fundación - Sala Murillo, en Sevilla, Casa Pemán, en Cádiz, Sala Plus Ultra, en Huelva y las estancias expositivas de Córdoba - bien se podría disponer de una selecta programación que recalase en tales espléndidas estancias artísticas. Los amantes del Arte y la propia profesión hacen votos para que, de nuevo, se hagan realidad aquellas grandes muestras que la Fundación patrocinaba y que llevaban hasta todos los sectores de la población el inmenso patrimonio artístico que la entidad encierra.

La exposición que se presenta en la Sala Murillo - sede central de la Fundación Cajasol en la céntrica plaza de San Francisco de Sevilla, entrada por la calle Francisco Bruna - abarca una amplísima parcela histórica que oscila entre una escultura púnica fenicia, 'Cabeza de Astarté', de alrededor del siglo V antes de Cristo hasta las propuestas más novedosas de Paco Pérez Valencia, Fernando Sánchez Castillo o Javier Arce. Sin embargo, la muestra no se concibe como un recorrido cronológico ni siquiera estilístico; ella asume una justa intencionalidad que busca un diálogo silente entre distintas formas y maneras, que relacionan estilos distintos pero complementarios y dialogantes; obras que se miran, que se sienten cercanas a pesar del tiempo, que mantienen distancia o acercan posiciones; que agregan luces a unos espacios expositivos o interactúan con ellos en una museografía determinante y posesiva.

El espectador comenzará un recorrido ascendente en el espacio ante un Busto de José María Pemán del escultor almeriense Juan Cristóbal (1898 - 1961); una obra de esencial realismo que da paso al impactante conceptualismo de Fernando Sánchez Castillo, con su obra 'Una ciudad sin héroes'; obra monumental que contrasta con el colorido modular de Alfredo Alcaín en su felicísima obra bidimensional 'La casita de campo'. El gaditano Juan Luis Vasallo oferta su 'Niña de la Piedra', de 1938, en una sutil claridad de formas que se enfrenta a la potencia colorista de la 'Torre del optimismo', en la que la infinita minuciosa iconografía del artista sevillano Juan Romero se hace presente en un juego de signos, símbolos y mínimas realidades. Muy importante me parece haber extraído del ostracismo a uno de los grandes escultores andaluces de la segunda mitad del siglo XX, el sevillano Enrique Ramos Guerra que nos ofrece una bellísima y muy esclarecedora obra, 'Nube para mecerse', escultura de 1968, de cuando la Sevilla de entonces buscaba nuevos planteamientos artísticos. Ascendiendo en los espacios expositivos nos encontramos con dos magníficas 'Estructuras modulares variables', del año setenta, de Gerardo Delgado, obras que ofrecen la racionalidad matemática de aquellos primeros momentos en los que los ordenadores ingresan en lo artístico. Del granadino Emilio Parrilla se presenta el geometrismo de una estantería que contrasta con la jocosa, determinante y llena de potencia visual 'Custodia del cubata' del grupo The Richard Channin Foundation. La antigüedad vuelve a hacerse presente con el parisino Jean Baptiste Pigalle (1736 - 1739) y su bronce 'Centauro con Cupido'. El mínimo conceptualismo se manifiesta con la sutil 'Sevilla', una obra llena de fina sensibilidad de Gerardo Rueda que dialoga con los máximos conceptuales de Pedro Mora y su 'Fichero', ambas de 1992. De la gran Carmen Laffón se ha elegido su monumental 'En el estudio, mesa y repisa', una gran escultura que eterniza plásticamente lo que es su potencial pictórico. En las siguientes salas el espectador asiste a varios interesantísimos diálogos entre diferentes: 'Cabeza de mujer' de Paco Reina lo hace con la 'Cabeza de Astarté', fundiendo antigüedad y modernidad sin episodios desvirtuantes; La gran estructura cúbica de Paco Pérez Valencia lo hace con el bello y contenido 'Guante' de los hermanos Mp & Mp Rosado y las sutilezas ceras de Pepa Rubio. Antonio Gavira y su 'Nana del recogimiento' ha sido enfrentada a una 'Virgen con Niño del siglo XIV; la granadina Carmen Jiménez con su 'Eloisa' mantiene una conversación silente con un 'San Miguel Arcángel', obra anónima del siglo XV. El gran Antonio Sosa, uno de nuestros grandes artistas, con su poderosísimo 'Ecce Homo', ejemplo absoluto de un impactante Art Brut y una esquemática barca de Evaristo Bellotti hacen frente a un busto de porcelana del francés del XIX Henri Alfred Marie Jacquement. Dos obras de profundo poder estructural continúan la muestra, la instalación 'Prototipo de cosa inútil' del santanderino Javier Arce y 'El Faro de Trafalgar' de Pedro Simón, dos modelos de la dispar teoría escultórica existente. Algo que se pone de manifiesto con una serie de obras de muy distinta naturaleza plástica y estética, salidas de importantes escultores que plantean las ilimitadas posiciones de la escultura moderna, en la que conviven, con justa moderación estilos, formas y conceptos artísticos diferentes. Son obras de Paco Molina, Federico Guzmán, Sylvain Marc, Pablo Serrano, Elena Asins y Jacinto Mores.

Estamos ante una gran exposición de escultura salida de una colección trascendente que merece, sin solución de continuidad, ser llevada a los ámbitos de una sociedad necesitada de muy buenos planteamientos. Que así sea.

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