‘Filmgourmet’ de amor y té
Té negro | Crítica
La ficha
*** Té negro. Drama / Romance, Francia, 2024, 111 min. Dirección:Abderrahmane Sissako. Guion: Kessen Tall, Abderrahmane Sissako. Música:Amin Bouhafa. Fotografía: Aymerick Pilarski. Intérpretes: Nina Melo, Han Chang, Wu Ke-Xi.
Los filmgourmets o cine de cocina –primeros y segundos platos, postres, repostería o bebedizos– gozan de tanta popularidad como los realities televisivos culinarios. Desde obras notables y ya lejanas en el tiempo como El festín de Babette o Comer, beber, amar hasta las más recientes Chocolate, Una receta familiar, Una pastelería en Tokio, Un viaje de diez metros, A fuego lento, la hermosa película marroquí Adam o la cursi Deseando amar y la cursilísima My Blueberry Nights, con las que esta película, en variante bebedizo, tiene cierto parentesco por lo muy elaborado, hasta lo relamido, de su imagen. Aunque afortunadamente lo equilibra en parte con una historia de mayor calado y unas muy buenas interpretaciones.
La dirige el mauritano nacionalizado maliense Abderrahmane Sissako, quien tras una buena carrera como cortometrajista y documentalista se ganó una reputación internacional a través de su participación en los festivales más prestigiosos y el apoyo de la crítica francesa –país en el que acabó por residir– con La vida en la tierra (1998), Heremakono (2002), Bamako (2006) y, sobre todo, Timbuktú (2014), duras películas testimoniales y de denuncia –sobre todo la última– que no renuncian a apuntes formalmente muy elaborados sobre las que descansa su carga, o más bien contrapeso, de humanidad. Es sin lugar a dudas un buen director que con esta película ha dado el siempre peligroso salto de lo realista a lo poético y lo romántico hasta rozar lo fantasioso y lo onírico.
Trata del encuentro entre una mujer africana que viaja desde Costa de Marfil a la antigua Cantón, hoy Guangzhou, huyendo de las imposiciones de una cultura patriarcal, y un maestro de la ceremonia del té, en cuya tienda encuentra trabajo. Una historia de amor y de supervivencia emocional. El giro poético de Sissako pretende mantener un discurso comprometido sobre la libertad de la mujer, la convivencia entre culturas distintas y los puentes que pueden tenderse entre ellas a través del amor y la gastronomía, en este caso el té negro que da título a la película. Hay bellísimos planos de refinada sensualidad y momentos de cierta emoción en la relación entre los dos personajes que arrastran distintas heridas, muy bien interpretados por Nina Melo –caracterizada a lo Angela Davis o a la Cleopatra Jones con una estética Black is Beautiful– y Chang Han. Y siempre se agradece oír a Nina Simone y su Feeling Good. Le perjudica un guión confuso, con demasiadas subtramas y saltos, y sobre todo el exceso esteticista y romántico wongkarwainesco. Sissako se adentrado por territorios en los que no se siente seguro.
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