"El flamenco es tan complejo que va más allá de la inspiración y la emoción"
manuel morao. guitarrista
El jerezano recibe este viernes la Palma de Plata, reconocimiento que otorga la Sociedad del Cante Grande Algeciras. Dice sentirse a caballo entre dos generaciones flamencas diferentes.
algeciras/Manuel Morao (Jerez de la Frontera, 1929) es el nombre flamenco del momento en el Campo de Gibraltar. Recibirá este viernes, día 25, en el Teatro Florida de Algeciras, la XXIV Palma de Plata, reconocimiento a toda una trayectoria artística que otorga la Sociedad del Cante Grande de esta ciudad. Cabe recordar que todos los astros se juntarán esa fecha en el escenario algecireño. Entrega la distinción una entidad cultural flamenca que data nada más y nada menos que de 1970 y se aproxima al medio siglo de vida. El destinatario de la Palma hunde sus raíces en la pureza del flamenco más ortodoxo y que vivió agarrado a su sonanta la edad dorada de este arte. Nació en la mítica calle Nueva del jerezano barrio de Santiago. Un sello de calidad certificada. Ahí es nada. No todos los días se conversa con quien ha tratado personal y profesionalmente a dioses como Antonio Mairena, La Paquera o Tía Anica la Piriñaca, por citar solo algunos nombres de verdadero relumbrón. Plenamente feliz, siente que es el premio a toda una carrera de lealtad a la guitarra flamenca. Le cuesta decantarse por algún momento específico de su amplia trayectoria junto a los más míticos y grandes personajes de lo jondo. Entrevistarlo es escuchar una enciclopedia flamenca de la A a la Z.
-Es fácil imaginar su ilusión por esta Palma de Plata.
-Estoy contentísimo por recibir un reconocimiento tan importante como éste, la verdad. Y más para mí, porque me llega cuando ya he dejado de estar en activo. Ocurre como diciéndome y recordándome que he hecho las cosas bien. Que ahí, sobre todo, queda una carrera elaborada que gente que ama el flamenco considera merecedora de esta recompensa.
-Me preguntaba si, en el mismo momento en el que le comunican este galardón, piensa uno en algo concreto sobre todo lo trabajado y vivido.
-Más bien nada concreto. Pensé, eso sí, en todo el trabajo y el esfuerzo que he dedicado al flamenco durante una vida entera. Es emocionante que eso reciba ahora tanto calor y cariño. Nuestra profesión es muy sufrida, no vaya a creerse. Lo digo porque no se trata solo de llegar al triunfo, estar en lo más alto. Es, además, mantenerse lo que resulta una labor muy dura. Los artistas también disfrutamos mucho, eso es cierto. De manera que cuando llegan los reconocimientos, como en este caso en que he mezclado sufrimiento y disfrute, se saborean de una forma muy especial.
-¿Cuál ha sido el mejor cantaor al que ha tocado la guitarra Manuel Morao?
-Eso es muy difícil de poder decir. Me explico. Los cantaores mejores son los de inspiración en el sentido en que te puedes encontrar al bueno-bueno que no tenga su día o, por contra, al menos bueno que se encuentre en un gran momento y te sorprenda positivamente. Por eso es tan complicado.
-Quiere decirme entonces que el cante gitano-andaluz no es solo emoción, cuenta también la inspiración, claro.
-Sí, por supuesto, y todavía es más complejo que eso porque entran en juego muchísimas más cosas. El flamenco es tan complejo que va más allá de la inspiración y la emoción. El cante gitano-andaluz es un gran compendio. Para empezar, es una música étnica directamente relacionada con el pueblo gitano, que hizo de ella su canto para expresar tanta persecución y marginación como ha sufrido. La de los gitanos ha sido casi siempre una vida de penalidades, que están en el origen mismo del flamenco. Todo ese dolor tiene su trascendencia a la hora de configurarlo, prácticamente, desde sus mismos ancestros. Ha habido tanta tristeza que, al final, es decisivo cuando se interpreta.
-¿Y todo eso que me cuenta pero trasladado al hoy en día?
-Mire, desgraciadamente, yo estoy a caballo entre dos generaciones flamencas diferentes. Dos épocas. En la primera, había nombres míticos y grandes personalidades que tenían muy reciente toda esa herencia de la que le hablo y, además, con grandes vivencias y experiencias acumuladas. Para sentir, hay que experimentar porque, si no, todo se queda en pura y mera retórica. Y vivir no es retórica.
-Pero es que entonces lo actual…
-Yo lo que puedo decirle con una sola frase es que el momento de ahora no es lo que era.
-Algún flamenco actual tiene que gustarle… ¿No?
-Hombre, eso sí. Pero es como se dice hoy en día. De pronto, te gusta y llega lo que alguien hace. Y entonces te agarras a él como a un hierro ardiendo. Eso sí, pero que quede muy claro que hay mucha carencia de intensidad. Desgraciadamente, muy poquitos son ahora los que cantan y te agarran por el trigémino, que es como me gusta explicarlo.
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