La geometría del paisaje
Diario de las Artes
DANIEL BILBAO
Galería Birimbao
SEVILLA
Desde que se ubicó en la calle Alcázares -antes se presentaba con el nombre de Ventana Abierta en la calle Harinas con Mariano de Cavia –, la galería que dirigen Miguel Romero y Mercedes Muro sólo ha demostrado un pausado y manifiesto auge. En todas las actuaciones en ella acontecidas se ha venido observando una absoluta apuesta por la calidad artística, haciéndose ver que lo bueno se puede instalar en todas las expresiones y que lo contemporáneo no es más que un gran arcón donde coexisten amplios y variados postulados de una creación abierta que hace posible un abanico inmenso de intenciones artísticas. Lo más importante de la galería es que sus argumentos siempre suscriben lo mejor de cada tendencia y sus diferentes direcciones artísticas suponen códigos claros y contundentes entre lo que se emite y lo que se recepciona. Los discursos artísticos que en ella se presentan son siempre muy comprensibles y permiten que el espectador acceda sin dificultad a los esquemas de una contemporaneidad plástica que, muchas veces está mal argumentada y provoca deserciones. Los artistas de la galería, diferentes, múltiples, convencidos y convincentes, conducen por un arte sin restricciones, abierto a todo y a todos, que plantea posiciones de ilimitadas perspectivas. Además, en Birimbao se nos presenta el arte de los que fueron grandes – algunos siguen siéndolo – junto a los nuevos que mantienen expectantes una realidad artística sin fronteras y altamente diáfana.
La exposición que, ahora, ocupa los recintos de Birimbao, nos conduce por la apasionante obra de Daniel Bilbao, uno de los importantes nombres propios de la galería. Al artista lo conocí hace años cuando era un joven apasionado que hacía una pintura de particularísimo lenguaje y que transcribía una lúcida figuración donde muchos de los elementos de la vieja arquitectura industrial eran tomados como contundentes registros de una representación valiente y sin efectistas desenlaces. Después, su poderoso realismo evolucionaba a esenciales paisajes que se desprendían de algunos de sus componentes ilustrativos para quedarse en los mínimos desenlaces de una realidad que el artista mantenía pero sin los esquemas sobresalientes de lo concreto. Porque en la obra de este pintor, profesor de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, donde, ahora, ocupa su máximo cargo regidor, todo queda reducido a los parámetros esenciales de lo real.
Daniel Bilbao es un artista riguroso, plantea la pintura como un todo en el que la figuración deja sus inequívocos desarrollos para permitir que éstos desencadenen propuestas infinitamente más plásticas. Sus obras dejan los rigores de la absoluta ilustración para someterse a los mínimos máximos de la esencia representativa. Sus cuadros plantean la visión interesada de una arquitectura feliz y determinante que deja a un lado sus más aparentes proposiciones para sólo hacer vislumbrar elementos registradores de su geometría conformante. Paisajes que recuerdan una arquitectura muy bien diseñada por los grandes del racionalismo; aquellas bellas construcciones de serenas y geométricas líneas que generaron las posiciones de lo mínimo y que, desde las felices obras de Mies van der Rohe y sus acertados seguidores abrieron las claras perspectivas de un raciocinio arquitectónico. Daniel Bilbao se vale de tales referencias para someter a la mirada a un geometrismo reinante de estructuras lineales y desenlaces sutilmente proporcionadas.
Su pintura, de espectacular y sutilísima figuración, abandona los parámetros ilustrativos básicos para asumir nuevas vicisitudes estéticas. Además, ofrece un reflexivo estudio del paisaje y de sus propuestas visuales. Así nos encontramos con bellas posiciones que han abandonado los excelsos desenlaces de lo concreto para asumir nuevos estamentos muy inmediatos a una filosofía abstracta. De esta manera, ese paisaje que descubre lo más esencial de la forma representada se hace pura geometría circundada por líneas divisorias que acentúan esa superficie ambigua entre lo real y lo llevado hasta su más rigurosa esencialidad.
La exposición, comisariada por Gerardo Delgado, ¿quién mejor que él, arquitecto y pintor para dilucidar los valores esquivos de la representación y su evocación? Nos sitúa en los ambientes apasionantes de un paisaje reduccionista, de una arquitectura que con mínimos alcanza máximos, de una filosofía visual que crea paradojas y acentúa los límites de la expresión.
De nuevo, la galería Birimbao, ofrece una muestra de absoluta importancia. Un pintor de preclaras creativas propone una pintura total, llena de energía y portadora de los acertados postulados de la gran pintura de siempre, esa que no tiene tiempo ni edad.
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