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Cultura

Un lenguaje con vieja y sabia historia

Un lenguaje con vieja y sabia historia

Un lenguaje con vieja y sabia historia

El nombre de Miguel Ángel Valencia lleva tiempo siendo toda una segura referencia en el Arte más inmediato que se hace en Cádiz. Su trabajo como creador es considerado y valorado desde todas las instancias; su larga actividad como docente, enseñando y motivando a los jóvenes para que la plástica contemporánea no sea una extraña rareza de unos pocos iluminados, ha sido de suma trascendencia para la sabia difusión de lo artístico; su tiempo como Coordinador del Gabinete Pedagógico de Bellas Artes, sus comisarías, sus montajes museográficos, sus opiniones siempre acertadas; en definitiva, su dedicación profunda, consciente y comprometida hacia todos los sectores de lo artístico han hecho que la figura de Miguel Ángel Valencia, Miguelo, se convierta en uno de los máximos exponentes del Arte en esta ciudad.

Ahora, nos presenta una pequeña, pero densa, muestra de su obra en ese espacio de la gaditana calle Parlamento que es, a la vez, academia de arte y espacio expositivo; un espacio que se encuentra frente al lugar donde fue descubierto el sarcófago fenicio con la imagen femenina conocido como "La Dama de Cádiz", esa gran joya de la Antigüedad, que con su pareja, llena de esplendor museístico la institución de la Plaza Mina. En tan especialísimo lugar, Miguelo desarrolla su preclara propuesta plástica en torno a ese lenguaje de connotaciones fenicias que tanto han caracterizado sus trabajos.

MIGUEL ÁNGEL VALENCIAGalería PractikaCÁDIZ

La exposición se sitúa en torno a ese alfabeto particularísimo, de naturaleza ecléctica pero clara referencia, que hace transitar por un tiempo y un espacio que contiene elementos de una realidad presentida. Son esas grafías inventadas por el saber culto del autor que recuerdan formas pretéritas y acentúan el valor histórico de unas piezas llenas de dimensión y carácter.

La exposición, dentro de su escueta dimensión, presenta obras de muy alto valor estético y plástico. Dos serigrafías que yuxtaponen los caracteres del alfabeto y la imagen sempiterna del rostro de la deidad que surge del entramado gráfico en sus colores básicos, el púrpura y el azul ultramar. Obras de distinta conformación plástica - un cojín con cuatro broches, un espejo; incluso, una videocreación en la que un tatuador realiza su obra sobre un cuerpo femenino - que juegan con las cuatro letras que forman la palabra GADIR y que sustraen la mirada para encuentros de máxima evocación. Junto a estas obras, el espectador se encuentra con una pequeña instalación, realizada con obras superpuestas llevadas a cabo con distintas técnicas y que el artista ha colgado verticalmente, tapando unas a las otras para que los paneles, con sus grafías, formen un entramado móvil que, con la presencia del espectador, provocan un expectante juego de interactuación.

La exposición nos introduce en el universo Miguelo, que es tanto como decir, en una intrahistoria que el artista crea teniendo como referencia la dimensión histórica de una ciudad trimilenaria a la que, como él hace, impone una sutil formulación plástica y estética.

De nuevo nos encontramos con la realidad artística de un autor que conoce los entresijos de la historia y sabe cómo sacarle su máximo partido. Una pequeña pero sugestiva y gran exposición.

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