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Linklater y Hawke nos regalan una obra maestra de cámara

BLUE MOON | CRÍTICA

Ethan Hawke y Margaret Qualley en una escena de 'Blue Moon'

La Ficha

***** 'Blue Moon'. Drama biográfico, EEUU, 2025, 100 min. Dirección: Richard Linklater. Guion: Robert Kaplow. Fotografía: Shane F. Kelly. Con: Ethan Hawke, Margaret Qualley, Bobby Cannavale y Andrew Scott.

En su ya casi centenaria historia sonora el cine no ha ofrecido un regalo como este a los amantes del musical, aunque esta película no lo sea. Se han rodado biografías de los geniales compositores de Broadway -Berlin, Kern, Gershwin, Rodgers, Warren, Schwartz, Youmans, Arlen, Loewe, Herman, Coleman, Kander, Styne o Bernstein- que entre los años 20 y 60 crearon el Great American Songbook. En el Hollywood clásico, las de Porter (Noche y día), Kern (Hasta que las nubes pasen), Gershwin (Rapsodia en azul) o Rodgers y Hart (Letra y música). De este último, el letrista Lorenz Hart, trata esta película. Que nada tiene que ver con aquellas amables y edulcoradas biografías ni con otras aproximaciones más modernas a Porter (De-Lovely) o Bernstein (Maestro). Es imprescindible contextualizarla para apreciar en todo su valor la genialidad y originalidad del guión del novelista Robert Kaplow, de quien Richard Linklater ya había adaptado su novela Me and Orson Welles.

Estamos en Sardi’s, el restaurante neoyorquino en el que las celebridades, cuyas caricaturas llenan sus paredes, celebran las noches de estreno esperando la primera edición de los periódicos con las críticas. The center of Broadway’s upper class lo llamó el más influyente y temido de los críticos, Brooks Atkinson, que reinó medio siglo en Broadway desde las páginas de The New York Times. Es la noche del 31 de marzo de 1943. En el universo de los musicales esto significa que es la del estreno de Oklahoma!, inmenso éxito que alcanzó 2.212 representaciones.

Fue la primera colaboración entre el compositor Richard Rodgers y el libretista y letrista Oscar Hammerstein II, iniciando una larga trayectoria llena de éxitos: Carrousel, El rey y yo, South Pacific o Sonrisas y lágrimas. Ninguno de los dos era un desconocido. Hammerstein II triunfaba en Broadway desde que en 1927 escribió el libreto y las letras de Show Boat, revolucionando el musical al fundir música y acción en una trama dramática. Rodgers triunfaba desde el estreno de la revista The Garrick Gaities en 1925, que incluía su primera canción de inmenso éxito, Manhattan. Tras ella, hasta By Jupiter en 1942, creó musicales de los que nacieron muchas de las más grandes canciones del Great American Songbook: Lover, Blue Moon, With a song in my Heart, Isn’t It Romantic?, There’s Is a Small Hotel, My Funny Valentine, The Lady is a Tramp, Falling in Love With Love, I Didn’t Know What Time It Was o Bewitched, Bothered and Bewildered, que todos los grandes -desde Lee Wiley y Ella Fitzgerald a Nat King Cole y Sinatra, desde Bix Beiderbecke y Charlie Parker a Miles Davis y Bill Evans- han interpretado.

Escribió sus letras Lorenz Hart, el cómplice, amigo y cocreador de Rodgers entre 1919, cuando se conocieron en la universidad, y 1942, cuando estrenaron su último musical. Esta intensa, bella, melancólica, tierna, dramática película, también llena de destellos de punzante ironía, trata de él en un escenario (Sardi’s) y un acto (aquella noche del 31 de marzo de 1943). Triunfante en los escenarios y fracasado en la vida, ferozmente autodestructivo, tierno en su indefensión emocional e hiriente en su lucha con el mundo del que se siente excluido, Lorenz Hart apura en Sardi’s el fondo de su amargura y su alcoholismo mientras Oklahoma! triunfa en el St. James Theatre. Sin él. Es el final de su carrera y el umbral del final de su vida.

Todo, salvo un breve prólogo, se desarrolla allí. Hart (un impresionante Ethan Hawke) bebe y monologa, más que habla, con el camarero (espléndido Bobby Cannavale), con su improbable amor (igualmente espléndida Margaret Qualley), con el pianista y con los triunfadores Richard Rodgers (gran Andrew Scott) y Hammerstein II (buen Simon Delaney). Hable y bebe, bebe y habla, con ingenio, mordacidad, dolor, resentimiento, amargura. Se consuma su proceso de autodestrucción. Es el fin de los 23 años de amistad, creación y éxitos con Richard Rodgers y de su carrera. Y el inicio de sus últimos y desoladores nueve meses de vida. Mientras en el piano del bar suenan las versiones más dulcemente tristes de las canciones de Rodgers a las que puso letra, de Gershwin, de Porter o de Carmichael.

No teman ni el verbalismo, ni la unidad de tiempo y espacio: esto no es teatro, es puro cine lleno de inteligente vigor dramático y conmovedora compasión. Ethan Hawke -que es a Linklater lo que Jean-Pierre Léaud a Truffaut- realiza la que quizás sea la mejor, por más concentrada, intensa y difícil, interpretación de su carrera logrando que Lorenz Hart sea una luz que aún brilla, pero se va apagando poco a poco. Richard Linklater -el autor obsesionado por el paso del tiempo de la trilogía Antes de… que Hawke interpretó entre 1995 y 2013 o que filmó Boyhood a lo largo de 12 años- ha logrado una pequeña -por duración y concentración de tiempo y espacio, no por falta de mérito- obra maestra de cámara.

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