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Mortero bastardo

Un lugar en el mundo

THE place to be, ese sitio ideal en el que estar, es un proyecto marroquí y de esa manera le llaman los miembros de la familia que lo promueve. Se trata de un hotel rural modesto que, si Alá quiere, se construirá en un monte cubierto de piedra, en un lugar equidistante de Marrakesh y Rabat. Para llegar hasta allí tienes que conocer a alguien como Feisal que te recoja con un 4x4 en Tánger. Y desde allí tomar la autopista a Rabat, que se hace interminable. Al principio las salidas te suenan: Asilah, Kasar el Kebir, Larache... pero una vez recorridos el primer centenar de kilómetros, todo se vuelve menos divertido y tienes que parar a tomar un café, pues el conductor seguramente lo va a necesitar. Las típicas áreas de servicio tienen un encanto especial, aportan un toque vernáculo a la decoración de las modernas estructuras que en el contexto se entiende muy bien.

Así llegas a Rabat donde te encontrarás con tus clientes. Habitan una casa moderna, bien pensada, decorada a la europea, minimalísimamente, situada en el centro de un jardín espectacular punteado con macizos de bambú amarillo, cuyas altas cañas tenían el diámetro equivalente al tronco de un naranjo. Tras la casa, una preciosa piscina, una lámina de agua-espejo del cielo cambiante de los días.

Desde allí viajas otras cuatro horas por carreteras estrechas y muy transitadas hasta llegar a la ciudad de destino. Beni Mallal es el centro de una comarca de rica agricultura y ganadería al pie de unas montañas pertenecientes al Atlas central. Fue fundada junto a un importante manantial que riega toda la región, lo que le ha otorgado ese papel central. La comarca de Sidi Beni es un lugar de montaña. La ascensión hasta la finca donde se desarrollará el proyecto es por carriles, aunque se verán convertidos en breve, según los planes de desarrollo del medio rural, en una carretera que generará un desarrollo progresivo de esta hermosa montaña ocupada por un precario diseminado de muchísimas personas. El hotel se ubicará en una ladera cuajada de piedras calizas de color crema. Un lugar con una gran energía que emerge del suelo y que habrá de convertirse en un restaurante con alojamientos de fin de semana.

Tras el inicio de la crisis, muchos promotores andaluces cruzaron el estrecho y siguieron promoviendo en Marruecos de la misma manera salvaje e indiscriminada provocada por aquella locura avariciosa que nos invadió hace una década. Hoy aquellas miles de viviendas que se iniciaron al otro lado del estrecho, también están detenidas. Las puedes ver a lo largo del largo camino recorrido. Desconozco si la situación es la misma que a este lado. Lo cierto es que la crisis ha terminado por golpear también allí. Eso dicen los modestos promotores del hotel rural. El corolario es que no es la crisis la que ha provocado la situación. Es la demencia de tratar tan mal a la madre naturaleza. Ojalá que toda esa basura vaya al suelo y que renazca en proyectos ecológicos, sostenibles, cuidadosos, delicados, bien articulados con la ciudad. Ese sitio ideal en el que estar.

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