"La mejor manera de hablar de cosas serias es hacerlo medio en broma"

Carmen Posadas

La autora presenta esta tarde 'Invitación a un asesinato' (Planeta) en la Biblioteca Provincial, dentro del ciclo Letras Capitales · La novela parte de un homenaje a las tramas clásicas de crimen e intriga

"La mejor manera de hablar de cosas serias es hacerlo medio en broma"
"La mejor manera de hablar de cosas serias es hacerlo medio en broma"
Pilar Vera / Cádiz

10 de noviembre 2010 - 05:00

Cuando era muy joven, Carmen Posadas (Montevideo, 1953) se hizo devota de las entregas criminales urdidas por Agatha Christie. Unos títulos que -recuerda la autora- cayeron en sus manos con "doce o trece años" y el halo de ser "novelas para mayores". Némesis, Diez negritos, La muerte de Roger Arckroyd e incluso otros clásicos del género no firmados por la inglesa -como Rebecca- son homenajeados en la última novela de Posadas: Invitación a un asesinato (Planeta), un título que actualiza con humor la novela negra tradicional.

-Invitación a un asesinato está llena de referencias, implícitas y explícitas, a las historias de intriga clásicas. Pero, obviamente, no es sólo una novela de misterio...

-Es que (retomando algo que dicen en Retorno a Brideshead) yo creo que la mejor manera de hablar de las cosas serias es hacerlo medio en broma. Aquí planteo temas terribles: suicidio, eutanasia, adopciones que fracasan, sexualidad oculta... pero envuelto todo en el soufflé del humor.

-Al introducir el humor, ¿no tenía miedo de que la historia terminara convirtiéndose en una parodia de la intriga clásica?

-Sí, a diferencia de lo que ocurre en otros países, en España parece que el humor se considera algo de segunda clase, y yo creo que lo noto más, porque soy sudamericana. El humor está en todas las obras que valoro, hasta en las más desesperadas, como puede ser La metamorfosis. Incluso la obra más representativa de la literatura española, El Quijote, está llena a de humor, pero aun así pervive esa idea de la risa como algo de segunda categoría.

-Una de las cosas que destaca en esta historia es la importancia de los enemigos. ¿Dicen más de la vida de uno quienes nos odian o quienes nos aman? Aunque a veces son los mismos, claro.

-Es muy tenue la frontera que divide el odio del amor. Y es importante elegir a los amigos, pero aún más elegir a los enemigos. Eso lo tiene muy claro la protagonista, por supuesto, que invita a su barco a las personas que supone más motivos tienen para odiarla y las coloca en el disparadero. Cuando estaba elaborando la historia pensaba, "A ver cómo hago para convencer de que alguien quiera provocar su propio asesinato..." Pero al final creo que tiene motivos válidos.

-A pesar de que la protagonista, Olivia Uriarte, ejerce de perfecta arpía, hay momentos en los que se nos hace muy cercana y empatizamos con ella. Uno de esos momentos es cuando tiene que apearse de su condición de araña y pasar a hacerse, nunca mejor dicho, la mosquita muerta. Una experiencia que todos hemos vivido y que usted define como 'catalepsia'.

-Sí, catalepsia. Hay un momento dado en el que uno se da cuenta de que no hay escapatoria, y que la única solución es hacerse el muerto. Olivia es una persona que hace apuestas muy deliberadas, conoce sus limitaciones y sabe jugar bien sus cartas. Una cosa muy importante es que yo no quería que fuera mala malísima. Últimamente se está dando esta cosa tan maniquea en la literatura, de que los buenos son perfectos y los malos, no hay por donde cogerlos. Y eso es algo muy artificial, porque la vida real no es así, no hay absolutos, así que en mis personajes tampoco hay absolutos: ni la buena es tan buena ni la mala es tan mala.

-"La verdadera línea que divide al mundo -dice doña Cristina, uno de los personajes más interesantes de la novela- es la sábana. Lo demás son cojudeces. Toda la gente tiene un arriba y un abajo, y sin tener presente lo de abajo no se entiende ni papa lo de arriba". ¿Se plantea, como doña Cristina, escribir un día sobre este asunto del arriba y abajo de la sábana?

-Me alegro de que me señales esto, porque para mí era algo muy importante en el libro... Respecto al amor y la cobija, vivimos todos en una deliberada impostura, y todo el mundo es extremadamente correcto. Pero bajo esa pátina pasan corrientes tremendas, miserias y pasiones terribles. Y la gente se pasa la vida pensando cómo disimularlo.

-Inevitablemente, en la novela se refleja el mundo de la alta sociedad. Y bueno, tal vez siendo rico -como dice la protagonista- entres en unos círculos infernales que te hagan perder toda esperanza. Pero aquí abajo, con lo del trabajo os hará libres, tampoco estamos mucho mejor...

-Es algo que me dicen mucho, por qué suelo situar mis historias en estos ambientes... Pero es que realmente, tampoco somos muy distintos unos de otros. Las pasiones humanas son iguales en todas partes, pero es verdad que en el mundo de los ricos la impostura es aún mayor. Todo el mundo parece muy contento, pero por debajo es terrible, porque encuentras una gran desolación, soledad e infelicidad.

-Pero ocurre que muchos de esos rasgos y valores se están colando por todos los estratos: el culto a la apariencia, el egoísmo, la frivolidad, la soledad endémica...

-¿Sabes? Yo pensaba que esto de la crisis nos iba a servir, por lo menos, para volver a unos ciertos valores. A lo mejor no para otra cosa, pero sí para poner en perspectiva qué está bien y qué está mal. Pero, ante mi estupor, no sólo no ha pasado esto sino que se está dando una exaltación de la frivolidad y de la estupidez muy grande.

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