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Cultura

Miguel Parra: los gestos eternos del arte

Miguel Parra.

Miguel Parra.

He sentido siempre mucha admiración por este artista. Artista grande, importante, sabedor de todo cuanto el arte patrocina; curtido por muchos años inmerso en una profesión que es esquiva y que sólo los muy buenos como él saben darle sentido o, al menos, saben cómo no sucumbir a sus erróneos planteamientos y a los esquivos postulados que tantas veces abruman y contaminan una realidad que debería sólo estar sometida a los influjos necesarios y vivificadores de la creación. Miguel Parra ha ido a lo suyo, sin alterarse por nada, haciendo lo que debía, en lo que creía y dando testimonio de una realidad artística que él ha cubierto con intensidad, entusiasmo, rigor y clarividencia.

Miguel Parra es artista de Jerez porque aquí lleva realizando todo su trabajo a lo largo de muchísimos años. Aunque nacido en Salamanca, siempre lo hemos conocido en Jerez. Sus primeras obras ya nos descubrían a un pintor importante que dominaba la técnica y que imponía a la pintura sus más gestuales planteamientos expresivos. Nosotros, a lo largo de estos años, lo hemos visto en muchas facetas; siempre haciendo posibles los mejores postulados de un arte a los que él concedía máxima solvencia y hacía cercano, transparente, lúcido y absolutamente convincente. Su obra nunca ha dejado indiferente y jamás ha engañado a nadie; estaba concebida con los máximos criterios del arte contemporáneo y planteaba los registros de una realidad creativa sin trampa ni cartón. Miguel Parra ha sido un artista cercano, agradecido y dispuesto a colaborar en todo cuanto se le pedía.

Ha compartido la creación con la docencia y a ambas facetas les ha dado infinitos recursos para que el arte en general se manifieste tanto desde los parámetros de la práctica entusiasta y expectante como el motivo emocionante para levantar la inquietud y motivación en los alumnos. Como Profesor de instituto -su último centro hasta la jubilación fue el Seritium donde dejó profunda e imborrable huella- sentó las bases para que los jóvenes accedieran de primera mano a un arte que abría muchos horizontes. Como artista en ejercicio, su carrera ha sido amplia y tremendamente apasionante.

Una de las obras de Miguel Parra. Una de las obras de Miguel Parra.

Una de las obras de Miguel Parra.

Empezó siendo un poderoso pintor, manipulador apasionando de la materia plástica, a la que daba forma con contundencia y posiciones gestuales para que la pintura de acción conformara sistemas creativas lleno de entidad y vida artística. Conocedor de los entresijos de la profesión, estuvo, sin embargo, muy al margen de las extrañas situaciones que abundan en lo artístico, interesándole sólo el propio proceso artístico sin tener en cuenta los pasajes burdos de un arte con muchas cosas por pulir. Miguel Parra ha sido, también un afortunado fotógrafo que extrae de la realidad sus vértices más contundentes y sus matices más inquietantes. Asimismo lo hemos visto como un acertadísimo ilustrador de libros, dejando en sus trabajos la posición sabia del creador nato que impone a sus realizaciones de ese arte sin tapujos que caracteriza al creador justo y juicioso.

La obra de Miguel Parra ha estado siempre alrededor de los misterios conformantes de la materia plástica; esas circunstancias coloristas que acentúa la expresión de la forma y dan sentido a los encuadres de la propia dimensión plástica. Su pintura se ha mantenido en un espacio donde la figuración se diluía en escenografías gestuales que rompían el nexo con lo real para acentuar los medios y los modos de un color que en sus manos jugaban un papel decisivo. Su obra ha mantenido la referencia visual de lo concreto pero rompiendo muchos de los contornos de la representación y dejando que la plástica estuviese en una posición igual o superior al medio representado.

En los últimos tiempos, quizás llevado por ese sentido que ilustra lo real de manera esencial, la pintura se ha sometido a un poderoso juego reduccionista de las formas que se ven envueltos por unos registros coloristas que abarcaban una escena vibrante donde todo queda supeditado a los esquemas simbólicos de un color inquietante, que abre las perspectivas infinitas de un juego cromático lleno del más absoluto sentido plástico.

Miguel Parra, lo vimos en su última comparecencia expositiva, ha vuelto a la gestualidad pictórica; esta vez, atemperada por una dimensión más interna, más básica e intimista. En su obra encontramos un mayor control, una rigurosidad acentuada, un ritmo vibrante conformando con una gramática justa que abre las perspectivas de una sintaxis perfectamente organizada para que todo ejerza su máxima función expresiva, haciéndonos transitar por una pintura valiente, sin resquicios para la duda y portadora de los valores más vehementes de la gran pintura esa que es figurativa y abstracta a la vez. En su obra todo está dirigido a que las formas emociones y nos hagan sentir la suprema vibración del arte, ese que abre el espíritu para que el alma se sienta dominada por la más absoluta expectación pictórica.

La obra Camino de Nieve. La obra Camino de Nieve.

La obra Camino de Nieve.

Miguel Parra es un pintor que jamás te deje indiferente. Es un artista grande en quien creer porque su obra está poseída de emoción, de fortaleza plástica, de potestad creativa, de formas coloristas que te atrapan, de sutiles juegos formales que inundan de pasión la mirada y abren las compuertas del espíritu para que se sienta inundado de esa verdad artística que borra perfiles y hace creer en la eternidad del arte.

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