Cultura

Las páginas vivas del regreso a Cortázar

  • La Diputación de Cádiz edita en forma de libro-almanaque las actas del congreso '20 años sin Julio Cortázar'

No descubriré nada nuevo si digo, una vez más, que entre los lectores apasionados que la literatura crea, los cortazarianos son una especie muy a tener en cuenta. La complicidad que Julio Cortázar quiso de sus lectores, se tornó también y en breve complicidad entre sus lectores, un sentimiento común entre nosotros, no sólo dirigido a la obra del escritor argentino, sino que tomó carácter de unión y es signo de reconocimiento mutuo.

Y uno de esos guiños solidarios entre lectores es Volver a Cortázar, el libro-almanaque que nos traen los Reyes Magos de la mano de la Diputación de Cádiz. Coordinado por Nieves Vázquez, profesora de Literatura de la Universidad de Cádiz, recoge por fin las actas del congreso 20 años sin Julio Cortázar, que ella misma organizó en marzo de 2004. Un encuentro que "no sólo pretendía volver a reflexionar sobre la voz de Julio Cortázar, sino también contar con personas cercanas al autor que pudieran hablar de él desde una mirada más personal", comenta la profesora en el texto de presentación.

Nieves Vázquez, sin duda una de las fieles al autor argentino, cuenta que Rayuela la atravesó estando sentada en la última fila en una clase de primero de Medicina, y, buena aprendiz de cronopia, dio un paso atrás que le bastó para atravesar la pared sigilosamente y aparecer en las clases de primero de Filología, dispuesta al estudio de las palabras, sabedora como lo somos tantos de que a veces son la mejor y única medicina.

Nos cuenta que ha querido hacer algo distinto al típico libro de actas de congreso, "algo cortazariano", y recordó aquel modelo tan alabado e inspirador para Julio Cortázar que fueron los libros-almanaque, aquellos baúles de turco que se llenaban con textos breves y no tan breves de toda procedencia y temática, rompiendo estereotipos e intentos clasificatorios. Aquellos calendarios inspiraron, por ejemplo, La vuelta al día en ochenta mundos, abriendo así una nueva forma de hacer libros y literatura que aún no ha sido suficientemente explorada.

Y en efecto, la estética del libro recoge y recrea la de La vuelta o algunas ediciones de Ultimo Round, con un diseño precioso realizado con valentía y calidad por Emotive Project, que ha sabido hacer honor a su nombre.

Su contenido es también un almanaque, o un libro por capas, al que cada quien puede acercarse según sus necesidades. Y así, para los que compartimos aquellos días de congreso en el 2004, Volver a Cortázar es un libro de estudio pero también de recuerdos que tiene una viveza inusitada, fuera de lo común, porque Nieves ha tenido el acierto de incluir, con un gran esfuerzo de transcripción y corrección por su parte, no sólo las ponencias sino también casi todo lo compartido en los turnos de preguntas y las mesas redondas.

Por ello mismo, los estudiosos encontrarán en estas actas un material muy valioso, que recoge trabajos e intervenciones de -entre otros- Félix Grande, Julio Silva, Jean Andreu, Miguel Herráez, Peri Rossi, Mario Muchnik, Francisco Porrúa, y la propia Aurora Bernárdez (primera esposa de Cortázar y albacea de su obra). En este último caso, se trata de una breve intervención en una mesa redonda, que alcanza un gran valor pues es conocida la enorme discreción de Aurora, que la aleja de todo protagonismo en los actos que sin embargo su presencia y su memoria hacen posibles.

Los coleccionistas -dense prisa e inviertan- tienen ante sí un libro muy bien hecho que en una década costará mucho más de lo que hoy cuesta, pero no mucho más de lo que vale. No en vano, el número de la revista Caleta de aquel congreso se busca y se vende hoy en día, por ejemplo, en Madrid y en Buenos Aires.

Y el resto de lectores, hagan lo propio: olvídense por ahora de estas actas, busquen Rayuela o Historias de Cronopios y de Famas o Un tal Lucas o algún volumen de cuentos, y disfruten.

Nieves intenta justificar el título elegido para las actas, puesto que "volver significa haberse ido alguna vez de Cortázar, haberse olvidado de su escritura prodigiosa". Yo entiendo que se justifique, que dude, porque para los que nunca nos hemos ido, volver no es el término correcto. Pero Volver a Cortázar tal vez sí sea un título muy apropiado, ya que debido al movimiento pendular que el gusto sigue en el arte, hoy podemos dar por aplazados los caminos narrativos apuntados por los mejores autores del siglo XX, sus búsquedas, sus nuevas formas de contar. Quizás debido a ese efecto, hoy es más lo narrado, y menos la manera en que se narra, lo que llena nuestras librerías. Pero algún día se mirarán con nuevos ojos esos territorios, descubiertos pero aún no conquistados, y entonces, habrá que volver una y otra vez a Cortázar.

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