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manu sánchez. presentador, escritor, humorista, actor y empresario

"La política nos da demasiados motivos para el humor"

  • El autor sevillano llega este jueves y viernes al Teatro Villamarta con su exitosa obra 'El buen dictador'

  • Aquí, una charla con un hombre nada descarriado, alegre, serio y amante del público

El humorista Manu Sánchez, en una imagen reciente.

El humorista Manu Sánchez, en una imagen reciente. / josé ángel garcía

Manu Sánchez (Dos Hermanas, 1985) llega a Jerez para presentar su nueva comedia teatral, 'El buen dictador', el jueves 31 de mayo y viernes 1 de junio, tras llenar los principales teatros de Andalucía. Lo hace después de triunfar en el Villamarta con sus anteriores espectáculos. La comedia cuenta con numerosas críticas que alaban el talento del showman sobre los escenarios y la gran aceptación que está teniendo entre el público. Tras los logros cosechados por 'El Rey Solo. Mi reino por un puchero' y 'El Último Santo', el humorista pondrá en escena su nueva apuesta teatral como broche final a la trilogía monarquía-Iglesia-Estado. Al teatro y al baile (es uno de los concursantes que participan en el nuevo programa de TVE, 'Bailando con las estrellas'), se le suman también las presentaciones y firmas de su primer libro, 'Surnormal profundo', un trabajo que vende ya su 4ª edición.

-¿Qué van a ver los espectadores en 'El buen dictador'?

-Van a ver una comedia y vienen a reírse durante dos horas y algo. Y además espero que se vayan pensados para casa o para donde tengamos que irnos porque en Jerez, después del Villamarta, seguramente algún enredo encontremos. Es una obra que cierra la trilogía que también llegó al Villamarta con 'El Rey Solo. Mi reino por un puchero' y 'El Último Santo'. Son las tres patas de un banco en las que ponemos delante del espejo la comedia y la realidad con la monarquía, la Iglesia y el Estado. Ahora le toca a los populismos y a la demagogia. Buscamos la risa pero haciendo pensar un poquito que es la fórmula que me gusta del humor.

-Más de dos horas de monólogo, casi como una ópera o un concierto. ¿Cómo se prepara para este reto?

-La verdad es que es un ejercicio duro pero por lo que lo disfruto parece como si no lo fuera, pero lo es. Es una bonita batalla en el escenario porque es una obra de un solo actor y hay que dormir bien para tener voz, calentar bien, ensayar, tener cierta forma... Y tengo que darle las gracias a Jerez porque en cuanto se llenó la primera fecha, pusimos una segunda y al Villamarta también le apetecía. Jerez no me falla nunca.

-Eso sí que es una doble satisfacción.

-Sí. Puede sonar a coba pero no lo es, y es que Jerez está dentro de las debilidades de mucha gente y en las mías está. Lo saben los jerezanos y jerezanas que nuestra historia de amor no empezó con el Villamarta, sino que ya tuvimos buenos ratos en 'La Lola' y en muchos otros lugares donde nos juntamos antes de estas historias tan teatrales. Sale el doble de bien por Jerez y por el lleno y por el propio Villamarta, que durante tanto tiempo ha estado con el fantasma del cierre... Pisar el Teatro y que siga vivo y coleando es una buena noticia y no se nos puede olvidar.

-¿Es el humor la única manera de sobrellevar a los políticos?

-Lo que estaría bien es que no nos dieran tantos motivos, que le podíamos buscar el humor y que nos costara un poco de trabajo. La verdad es que está la política dándonos demasiados motivos para el humor, quizás es un poco de intrusismo laboral.

-¿Hacen los políticos el payaso?

-Eso me preguntan algunos compañeros. No confundamos, están haciendo el ridículo. Hacer el payaso es una cosa muy seria. La política debería tomarse en serio, incluso el humor hay que tomárselo en serio que es a lo que nos dedicamos algunos. Y es que el antónimo de alegre no es serio es triste. Por aquí somos muy alegres pero muy serios. Lo que no vamos es a ser tristes. A los tristes y poco serios de la política les recomendaría humor y seriedad.

-Su libro 'Surnomal profundo' ha sido un éxito, llena teatros, hace multitud de colaboraciones en televisión, radio... Es usted un crack. ¿Cómo lo hace?

-Pues no lo sé, o la gente me confunda con el que da los deportes en Antena3 y compran el libro pesando que es él... (risas). La fórmula que conozco es la de mucho trabajo, mucho cariño, esfuerzo y no conformarme. No espero a que se deje de ir a una obra para sacar otra. El público es exigente, decide en qué se gasta sus jurdeles y hay que darle motivos. Cuando quieres para el público lo mejor, al final el público lo acaba agradeciendo, y si además ese día se te aparecen las musas, pues se da la alineación de planetas. Yo todavía tengo el pellizquito del que está empezando. Todos los día se empieza de nuevo, con hambre de sorprender, de no relajarse porque la realidad te puede dar una bofetada y dejarte la cara señalada para siempre.

-¿Cómo se ha documentado para esta trilogía teatral?

-El proceso de escritura tiene mucho trabajo previo, decidir el personaje, marcar la dramaturgia y dar datos. Pero hay que empezar antes de todo eso para que salga bien.

-¿Qué le gusta más de los escenarios?

-El público. La sensación de lo que te devuelve el público. Hacer un chiste y que no se riera nadie sería algo parecido a morirse un ratito. Pero también es una necesidad propia. No se puede olvidar que el público es nuestra gasolina.

-¿Cómo funciona esta trilogía fuera de Andalucía? ¿Hay que salvar muchos estereotipos?

-Vamos girando con las tres obras fuera, pero todavía nos creemos que hay un techo de cristal en Despeñaperros y eso no es así. Cuando el texto sale y sale el teatro, lo bueno que tienen estas cosas de la cultura y que tienen que ver con el público es que son universales y viajan más rápido que los estereotipos y trampas manoseadas.

-Lo dice por el habla andaluza.

-Sí, pero es una cosa que tenemos que empezar a normalizar. Es nuestra seña de identidad y es como se habla aquí. Ni peor ni mejor que en otros sitios. Hay quien habla un andaluz muy culto y otro muy vulgar, como el castellano o el danés. El andaluz no puede ser la coartada para hablar como te dé la gana.

-¿Qué reto tiene en el horizonte?

-Pues tenemos el cine, uno de los formatos que me apetece tocar. Si algo me gusta del teatro respecto a la tele es que en la tele se hace mosto y en el teatro, vino. Ni mejor ni peor. En el teatro el producto se puede mejor con el tiempo, igual que en el cine, pero la tele es a rezar y que salga bien.

-¿Cómo lleva la asignatura de bailar?

-Estoy empezándola. Dije que sí del tirón porque me pareció divertido y es una bonita formación que me puede venir bien para mi trabajo como showman, ser más completo. La experiencia y el equipo son maravillosos. Y la presencia en TVE hace que luego la gente te conozca. Lo mismo dejo todo por el baile porque cambia mi vida y soy de los primeros bailarines de 1,94... (ríe).

-¿Satisfecho con su carrera?

-Lo estoy disfrutando. He conseguido hacer de mi pasión mi profesión. Con mucho trabajo, sí, pero como dice un colega, "sorna con gusto no pica".

-¿Cómo lo llevan en su casa?

-Bien, bien. Ya lo han encajado. Mi madre es auxiliar administrativa y mi padre tornero fresador, que no hay saga teatral. El niño, que estaba estudiando ingeniero de telecomunicaciones, le dice a su madre un día: mamá, quiero ser periodista, presentador... Y claro, parecía que esto de la farándula iba a ser una fiesta constante y el niño se nos descarría. Pues todo lo contrario, porque a mí lo que me gusta es encerrarme a estudiar, currar, ensayar y, sobre todo, respetar al público. Hoy, dedicarse a lo creativo es casi como salirse del sistema. Tan serio es ser matemático como dramaturgo. Yo, que era de los empollones, me mandaron a las ingenierías y cuando llegó la crisis, la salida era irse fuera. Hay que potenciar lo que les gusta y se les da bien a nuestros niños. No fue descarriarme sino encontrar mi camino.

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