Braulio García Jaén. Periodista y autor de 'Justicia Poética'

Un reportaje abierto sobre el caso cerrado de dos condenados por la cara

  • El ganador del Premio Crónicas Seix Barral narra una historia sobre la dignidad y la injusticia que desenmascara la verdad en el proceso de dos detenidos por violaciones que no cometieron

Braulio García Jaén, periodista natural de Arcos de la Frontera, trabajó en el programa de radio Hoy por hoy de la cadena SER, empleo que dejó en diciembre de 2006 para dedicarse a la historia de dos marroquíes afincados en Cataluña, Abderrazak Mounib y Ahmed Tommouhi, que, en 1991, fueron condenados por error tras una ola de violaciones. Uno de los verdaderos autores, muy parecido a Tommouhi, fue detenido en 1995; su cómplice todavía no ha sido identificado. Aun así, Mounib murió en la cárcel y Tommouhi, después de quince años preso, cumplió íntegra su condena. Un caso cuya impunidad continúa diez años después de que la justicia española admitiera haber cometido un error con los acusados.

El argumento de esta narración está sacado de sumario: los diálogos más increíbles, las manipulaciones más burdas, los párrafos más fantásticos de este libro son citas auténticas conseguidas por García Jaén tras tres años de investigación.

En 2007, Seix Barral y la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, presidida por Gabriel García Márquez y un jurado conformado por Joaquín Estefanía, Héctor Feliciano y Julio Villanueva Chang, otorgaron el Premio Crónicas de Periodismo al proyecto de este libro, cuya investigación sobre el proceso de escritura fue recogida en el blog www.ladoblehelice.com.

En julio de 2009, el ensayo se publicó en Argentina bajo el título Falsos testigos del porvenir, y en enero de 2010, en España, con otro título: Justicia Poética. El caso de dos condenados por la cara.

-¿Qué tiene de especial el caso de Abderrazak Mounib y Ahmed Tommouhi que hace que lo deje todo para dedicarse a investigarlo?

-Este caso suponía todo un desafío profesional: se trata de dos condenados que todo el mundo que los conoce sabe que son inocentes, pero que uno murió en la cárcel tres años después de que el Tribunal Supremo reconociera el error, y el otro seguía cumpliendo condena (diez años después) cuando yo empecé a investigar el caso. El desafío práctico consistía en hallar nuevas pruebas que sirvieran para plantear una nueva revisión: en parte lo conseguí, porque se llegó a presentar un nuevo recurso de revisión, pero el Supremo volvió a decir que no. Así, en el fondo, fracasé. Luego hay un desafío teórico: el de un hombre que está más allá de toda justicia, es una situación inaceptable para un Estado de Derecho, y que sin embargo se está produciendo. El desafío consistía en pensar esa situación. No me corresponde a mí decir si lo logré o no.

-Ha recorrido muchos kilómetros visitando a implicados y los lugares de los crímenes, ¿qué trabas ha encontrado a la hora de hablar con fiscales, familiares, policías, víctimas...?

-La principal traba, el tiempo transcurrido: mucha gente había olvidado los detalles. Por lo general no tuve grandes problemas para hablar con quien quiso, salvo los magistrados que aparecen en la nota previa del libro: esos nunca respondieron. Tampoco hubieran aportado gran cosa: toda su ignorancia se reflejó en sus sentencias, que es el lugar donde los jueces hablan.

-¿Quiénes han sido los más reacios a hablar?

-Además de esos magistrados, como ya he dicho, las más reacias fueron las víctimas. Cosa, por otro lado, perfectamente comprensible, por las razones que todo el mundo puede imaginar: recordar en su caso resultaba siempre doloroso.

-¿Cómo surge la idea de crear el blog ladoblehelice como instrumento para ir contando sus avances en la investigación del caso?

-Surge porque quería compartir ese proceso, y como experimento: la transparencia (respecto de las fuentes, la documentación, etcétera) que ofrece Internet es imbatible. Y de no haber sido por el blog, probablemente me habría sido mucho más difícil construir la voz narrativa: porque los hechos que se denunciaban eran absolutamente increíbles. Las citas, las declaraciones, las contradicciones eran tan alucinantes que necesitaba un método para reforzar las evidencias. La compañía de los lectores además me ayudaba a quitarme esa impresión de voz que clama sola en el desierto, tan desagradable a veces y tan desalentadora..

-¿Ha recibido algún tipo de ayuda para su investigación de los lectores de ladoblehelice?

-Sí, el libro contiene muchos menos errores de los que contendría sin las correcciones de los lectores.

-¿Tenía conocimientos en Derecho antes de comenzar a seguir el caso?

-No, salvo los que me proporcionó un lector al que le interesaba el Derecho. Había hecho algún trabajo académico en el que la filosofía del Derecho, sobre todo, era importante, pero nada más. Nunca estudié Derecho, ¡aunque me habría gustado!

-El caso de Mounib y Tommouhi tiene muchas similitudes con lo ocurrido al portuense Rafael Ricardi, ¿ha pensado hacer también alguna investigación al respecto?

-Sí, comparte muchísimas similitudes con el caso de Rafael Ricardi. De hecho, en algún momento me referí a él, aunque finalmente eliminé esas páginas. Lo descubrí cuando ya estaba muy avanzada la investigación del libro, y era demasiado complejo como para tratarlo superficialmente.

-¿Tiene ya algún nuevo proyecto en mente?

-Proyectos no faltan, lo que falta es el dinero para ponerlos en práctica.

-¿Seguiría el mismo esquema de 'Justicia poética'? Creación de un blog, opiniones de los lectores, numerosa documentación, desplazamientos...

-Si algún día llega la posibilidad (es decir, el dinero) para embarcarme en otra historia, desde luego que seguiría ese mismo método (mejorándolo en lo que pudiera). No creo que se pueda hacer de otra manera, ni que merezca la pena.

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