Diario de las Artes

El rigor del arte nuevo

El rigor del arte nuevo

El rigor del arte nuevo

Cristina Mejías nació en Jerez cuando ya estaba bien entrada la década de los ochenta de la anterior centuria. Es, por tanto, artista joven, muy joven, pero con una vastísima proyección iniciada desde los espacios artísticos de mayor y mejor calado dentro de la plástica contemporánea española. Es artista imprescindible en los estamentos más significativos de la nueva creación y autora a la que se demanda su obra para comparecencias importantes porque jamás deja indiferente y plantea unos registros convincentes por su lucidez, su desparpajo y su seriedad en una posición de artista total; algo que no es frecuente y de lo que no estamos demasiado acostumbrados. Su trabajo, apasionante, de acusada personalidad, de complejas estructuras significativas y desarrollos plásticos que yuxtaponen variados planteamientos, conceptos e ideas se presentan con una fuerte carga de serenidad, sin las forzadas actitudes que encontramos en otros artistas de esta nueva plástica que dejan aparecer, con demasiada frecuencia, chirriantes episodios de escasa sensatez creativa. Cristina Mejías es artista segura y con una conciencia creativa clara y sin distorsiones ni desvirtuaciones exageradas. Por eso es una artista esperada, respetada y, sin duda, en quien confiar dentro de una plástica moderna con excesivos dientes de sierra y alto grado de desconfianza.

Cristina Mejías no es artista de Jerez; tampoco, creo, que pudiera ser de ninguna parte; porque su trabajo es de todos los sitios donde lo artístico sea valorado en su integridad y no con los postulados estancos al uso. Por eso, a ella no se le inscribe en algunos de los mentideros artísticos existentes en Jerez ni en sus círculos culturales – si es que los hubiera – aparte de los que proporciona ese flamenco demasiado acaparador de todo cuanto en la cultura de la ciudad acontece. Es por tanto artista de horizontes amplios, de manifestaciones de mucho fuste creativo y con los aires creativos dentro de un arte de extensas intenciones. Por eso no está de más saber a qué atenernos y conocer, mínimamente, a esta jerezana que es artista habitual allí donde está lo más juicioso de ese arte distinto, ni mejor ni peor, que hoy ocupa la actualidad de la creación. Se licencia en Bellas Artes por la Universidad Europea de Madrid, realizando el Master de Investigación en Arte y creación en la Universidad Complutense. Aparte cursó estudios en Dublín y Berlín. Ahora, tras varios años en la capital alemana, vive y trabaja en Madrid. Está en posesión de numerosos reconocimientos: el Iniciarte de la Junta de Andalucía, el de Creación de la Casa Encendida de Madrid, el Blueproject Foundation VEGAP XXIII, el premio Comunidad de Madrid- Estampa, entre otros; habiendo, asimismo, obtenido importante becas y estancias por todo el mundo. Su nombre suena con mucha fuerza en el panorama artístico más nuevo y obras suyas permanecen bien asentadas en importantísimas colecciones de Arte Contemporáneo – Centro Dos de Mayo, CAAC, Colección Meana Larrucea, Colección Navacerrada, Fundación Mendoza de Carcas o las Colecciones Kells o Alicia Azar, entre otras.

Cristina Mejías es artista artista; no hace ostentación de nada y su compromiso sólo está en lo artístico; alejada de ambientes con demasiada cohetería donde algunos - y algunas – se manifiestan abierta y descaradamente ofreciendo carencias y planteando muchas dudas que sólo redundaban en un arte al que le sobran muchas tontas posturas y le faltan serios argumentos. La artista nacida en Jerez trabaja desde su convencimiento personal por un arte en el que cree y que abre sus infinitos postulados hacia un futuro donde se han de encontrar algunas situaciones en las que, ya, Cristina Mejías, interviene con suficiencia y rigor.

En estos días, encontramos su obra en una importante exposición en la que es, probablemente, la galería andaluza de mayor proyección nacional e internacional, la que dirige Carolina Alarcón y Julio Criado en la sevillana calle Valverde. En esta comparecencia, titulada “Lucero”, Cristina Mejías asume un arte con mayúsculas, abriendo perspectivas pero dejando que por sus piezas circule un hálito de clasicismo – Una vez le preguntaron al gran Rafael El Guerra que qué era para él lo clásico, a lo que el torero cordobés contestó, “lo clásico es lo que no se puede hace mejor” -, de sapiencia creativa, de fórmulas magistrales por donde circulan los planteamientos que han hecho grande tanto a la escultura como a la pintura como a otras manifestaciones y experiencias artísticas. Porque en las obras que aparece en la galería que se encuentra en pleno Arenal de Sevilla, hay desarrollos formales potenciados desde una realidad plástica bien argumentada, perfectamente concebida y estructurada para que manifiesten el poder del concepto en una fórmula identificativa abierta.

En las obras de Cristina Mejías se compendia mucha historia creativa. Existe como una especie de nueva revisión plástica que surge expectante pero manteniendo toda la esencia creativa de un arte sin tiempo ni edad; un arte nuevo que es clásico por eterno; que estructura una moderna intención creativa pero que llega con un rigor y un control exhaustivo de una realidad que permanece inalterable desde su eterna posición de gran obra de arte.

Una vez más, Cristina Mejías nos centra lo mejor de la creación actual; un arte de hoy con infinitos registros de un mañana que lleva implícitos argumentos del gran arte de siempre.

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