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Diario de las Artes

El riguroso y sintético análisis plástico

  • MAGDALENA BACHILLER

  • Sala Rivadavia

  • CÁDIZ

Obra de Magdalena Bachiller.

Obra de Magdalena Bachiller.

Después de cerrar el ciclo que conmemoraba los veinticinco años de la Sala Pescadería de Jerez, Magdalena Bachiller presenta su obra en la Sala Rivadavia de la capital de la provincia, ese espacio de la Diputación, que tantas buenas muestras viene acogiendo de artistas clarividentes, autores de esa pintura abierta y de preclaros horizontes que constituye una de las principales facetas creativas del Arte Contemporáneo.

La muestra de Magdalena Bachiller nos descubre un universo pictórico espectacular – el espectador se va a encontrar con obras apasionantes, de gran envergadura creativa, casi museísticas -. La síntesis, la esencia conformadora de la realidad que nos rodea, esa naturaleza que guarda aspectos enigmáticos y descubre una realidad expectante, se yuxtapone a los más poderosos argumentos visuales. En la exposición de Magdalena juega en un mismo terreno expresivo lo sutil y lo extremo, lo que define y su concepto impulsor, la materia viva e inquietante y el organismo que la hace posible. Por eso, su obra es estricta y abundante, máxima y mínima, exuberante y diminuta; lo presente y lo ausente diluyen sus fronteras y todo, en un ejercicio de mágicas realidades visuales.

En la pintura de Malali Bachiller encontramos la arquitectura del paisaje, sus métodos estructurales, su geometría definidora; ese análisis que argumenta una realidad que ella, al final, hace bella, exuberante, distinta y apasionante.

Malali Bachiller ha sido siempre una artista con mucha solvencia creativa. A lo largo de estos años ha demostrado que todo cuanto hacía – ella ha vivido varios momentos creativos con sabiduría y acierto artísticos – lo hacía basado en una experiencia muy bien sustentada, con la técnica asegurando posiciones y planteado una obra convencida y convincente para cuantos la contemplaba. Además, ella ha sido desde sus inicios una pintora valiente que no se amilanaba ante las comparecencias de los demás ni ante los órdagos exitosos que muchos postulaban con credibilidad bastante inestable. La artista siempre ha tenido, como única servidumbre, el acto de pintar; seguir manteniendo la visión fija en un arte en el que creía y por el que luchaba para impulsar su contundente y determinante credo.

Siempre que asistimos a una exposición de Magdalena Bachiller, ya artista convencida y convincente, nos acordamos de aquella jovencita Malali Bachiller que empezó su expectante carrera artística cuando, este que esto les escribe, también empezaba en el apasionante mundo de la crítica. Ahora la pintora jerezana, que comparte escenario entre Jerez y Sevilla, es una artista en plena joven madurez; con un lenguaje bien asentado en lo mejor del arte, ajenas a las absurdas parafernalias que se dan en el arte contemporáneo y ofreciendo una pintura que, día a día, se hace más pasional, a la vez que apasionante.

En la Sala Rivadavia, el espectador se va encontrar con un dominio portentoso del dibujo, con la tinta china estructurando un paisaje que descubre una realidad interna, con retazos de naturaleza sabiamente distribuidos para que nos ofrezcan las posibilidades de ver lo real sutilmente estacionado en sus escuetos, pero poderosos, sistemas esenciales, con sutiles grafías que sintetizan registros de mayor envergadura expresiva, con líneas estructurales que marcan la geometría interna de lo que la mirada abarca; en definitiva con una obra intensa, llena de rigor, seriedad y convicción; el lenguaje de una artista total en plena efervescencia de profunda lucidez creativa.

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