Análisis

Andrés Luis Cañadas

Angelita Gómez, la esencia en frasco pequeño

C OMO los perfumes caros, en frasquito pequeño, pero del que reboza el aroma embriagador que atrae y cautiva dejando en el aire toda la magia que ha sabido crear el buen perfumista…

Eso, que todos nosotros hemos podido comprobar, más de una vez, en nuestra vida, no solo se logra con uno de esos olores que se nos quedan prendidos en la memoria cuando hemos tenido la ocasión y la fortuna de aspirarlos sino en algunas, muy escasas por cierto, manifestaciones del arte de las que podemos admirar en contadas ocasiones y que, al igual que ocurre por el sentido del olfato ya referido, nos pasa también por instantes inolvidables que nos llegan al alma a través del sentido de la vista, a veces como en el caso que nos ocupa, acompañados por los que al mismo tiempo percibimos por los oídos…

Y es que, en el arte, el empaque y el señorío, lo importante no es el tamaño, sino la persona que lo lleva en la sangre y es capaz de transmitirlo.

Y todo esto que antecede, viene a cuento, cuando hablo de una mujer; todo señorío; Angelita Gómez; que con su manera de interpretar agiganta su estatura porque sobre las tablas adquiere la grandeza de su arte, el de la danza, del que hace ya mucho tiempo fue proclamada como verdadera Maestra del baile flamenco, en el que tanto ha proliferado en los últimos tiempos el caos y el esperpento; que digo yo que, aunque a muchos efímeramente los envuelvan en el falso oropel de la experimentación, la verdad sea dicha que en la mayoría de las ocasiones puede resultar grotesco…

Hablo, ya lo he dicho, de Angelita nuestra genial Maestra del baile flamenco; doña Ángeles Gómez; por cuyas enseñanzas han pasado centenares de profesionales y aficionados deseosos de plasmar con su danza esa indescriptible esencia que entronca con las raíces de la cultura de un pueblo milenario como el nuestro. Una señora de los pies a la cabeza que cuando se planta en el escenario y alza los brazos, en algún movimiento de su interpretación, se eleva magistralmente impulsada por ese fuego interior que solo poseen quienes son artistas únicos y geniales…

Y como el pasado jueves, Angelita Gómez ha tomado posesión como Académica Numeraria de la Real Academia de San Dionisio, de Ciencias, Artes y Letras, entidad de la que ya hace años había sido nombrada miembro correspondiente, he querido rendirle hoy mi particular homenaje como compañera de Corporación y, sobre todo, como amiga entrañable que me pidió le acompañara, junto al también Académico Pepe Marín, cuando accedió al Salón de Sesiones de la Institución para recibir su muy merecido nombramiento.

Buena oportunidad esta, para dicha recepción académica, cuando Jerez acoge en estos días su magnífico Festival que llena nuestra ciudad de visitantes y sobre todo - que para eso se hizo esta anual convocatoria - de numerosos espectáculos dedicados al baile flamenco de cuya ejecución y docencia tenemos la fortuna de contar con una señora de la danza como es Angelita. Felicidades, amiga, por tu incorporación plena a la Academia, que ya era hora…

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