El otro día vi a un barrendero. Uoh, creí alucinar. Suspiré aliviada y pensé que por fin desde el Ayuntamiento se habían dado cuenta de la basura que se acumula en las calles. Algo raro, extraño cuando hay empleados municipales que piensan que Jerez es una ciudad limpia. Es normal que así entonces seamos la peor valorada de España por sus servicios públicos, incluido en ellos la limpieza, pero a ojos de los que deben estar al cargo Jerez reluce. De risa. Ahora, la alcaldesa anuncia que el próximo día 15 de septiembre -cuando ya miles de turistas se han paseado por las calles jerezanas y han visto lo que hay y los propios residentes sufrimos el colapso de mierda (disculpen la expresión)-, se reforzará la limpieza los fines de semana y festivos. Se vende como compromiso cuando es en realidad una obligación, una respuesta al pago de impuestos de los ciudadanos. Se culpa mucho a la falta de civismo, sí, claro, estoy de acuerdo, pero incívicos ha habido siempre y sin embargo suciedad hay ahora más que nunca.

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