Reconozco que veo con gusto la incorporación de nuevas sensibilidades políticas en nuestro Congreso de los Diputados. A los grandes partidos de siempre les hacía falta una inyección de valores sociales y que el discurso de la gente sencilla de la calle se escuche alto y claro en la vida política. Al mismo tiempo los nuevos grupos políticos están llamados a tener la humildad de aprender de la experiencia política y poner los pies en la tierra en la gestión de muchos asuntos de gran calado. Ha llegado la hora de buscar entre todos los políticos el bien común de España, superando y sacrificando los intereses particulares en favor del bien de todos los españoles, especialmente de aquellos que más sufren y peor lo están pasando. La Iglesia Católica manifiesta y defiende que ese bien común exige el compromiso de todos por la paz, la correcta organización de los poderes del Estado, un sólido ordenamiento jurídico, la salvaguardia del ambiente, la prestación de los servicios esenciales para las personas, algunos de los cuales son, al mismo tiempo, derechos del hombre, como son: alimentación, habitación, trabajo, educación y acceso a la cultura, transporte, salud, libre circulación de las informaciones y tutela de la libertad religiosa. Sin olvidar la contribución que cada nación tiene de establecer una verdadera cooperación internacional, en vistas del bien común de la humanidad entera, teniendo en mente también a las futuras generaciones. Pero la norma para actuar correctamente en todos los ámbitos de la vida nos la propone Jesús de Nazaret cuando nos dijo aquello de… "Tratad a los demás como te gustaría que a ti te trataran"…

Así sea.

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