Hace días, el Ministro de Consumo, Alberto Garzón, dijo en un vídeo que se debería reducir el excesivo consumo de carne por ser perjudicial para la salud. No en vano España es el país de la UE que más carne consume. Y le dieron palos de todos los colores, incluidos compañeros de gobierno por caer simpáticos a algunos votantes. ¡Ay, miserias de la política! Olvidan que a Garzón le dan la razón múltiples estudios científicos como el del Departamento de Nutrición de la Universidad de Harvard, que concluyó que la ingesta de carne roja se asocia con un aumento del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y de mortalidad por cáncer. Sin olvidar el efecto medioambiental de las macrogranjas, no la vaca retinta: como decía El Roto "Nos comemos la Amazonía en forma de hamburguesa".

También se conoció hace poco un estudio de la prestigiosa revista "The Lancet Oncology" según el cual la ingesta de alcohol - aun moderada - fue la responsable en 2020 del 4% de casos diagnosticados de cáncer en el mundo, lo que equivale a unas 740.000 personas, 11.600 en España. Pero a nadie se le ocurre convertir a la revista en el Garzón de turno para "majarle a palos".

Y uno - modesto motero - lee que el riesgo de sufrir un accidente mortal en moto es doce veces mayor que en coche. Vaya.

Pues todo eso es verdad. Al final, la vida es tomar decisiones de riesgo, eso sí, bien informados. Y es en gran medida responsabilidad del estado informarnos sobre los riesgos y, también, prevenir los daños que se puedan derivar de nuestras acciones porque pueden afectar a la salud colectiva y al gasto público. Criticar a Garzón es matar al mensajero.

La vida son decisiones… y fantasía. Confieso que, cuando voy a El Puerto en mi scooter, respetando los límites, me siento un piloto del París/Dakar.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios