Después de tanto postureo, que hemos tenido que soportar en la campaña electoral, (no quiero entrar en la que nos queda) yendo más allá de la crítica tópica a los políticos, está la realidad que nos espera y el cumplimiento de todas aquellas promesas que no pueden quedar en mentira o incoherencia por parte de ninguno. La credibilidad de la gestión pasa necesariamente por esa mínima ética de compromiso y realización. Hemos votado con ciertas expectativas (aunque la abstención es un voto muy destacado, y no digo lo que será en Julio) para que los asuntos diarios, seguridad, limpieza, gestión, asistencia, sean atendidos razonablemente.

Los ciudadanos somos esos tontos que nos dejamos engañar cada cuatro años (no queda otra) en la confianza de que nos sigan tomando el pelo. Puede que algún día esto cambie, y sea verdad que participamos de veras e importamos un tanto. Confiamos demasiado en los políticos, como si sólo fueran ellos los responsables de sacarnos de la crisis; tal vez.

Entre tanto (no lo olviden los gestores) la sociedad ‘eppur si muove’, y de qué forma. Surgen nuevos movimientos que, lejanos a los resultados electorales, cambian la lógica del pueblo a pasos agigantados: redes sociales, plataformas, organizaciones, que, aunque no tengan eficacia aparente sobre el sistema, abogan por un cambio de paradigma importante y por una lógica política diferente. Tiéntense la ropa los gobernantes ante el resurgir de semejante tsunami social. L

os mensajes electoralistas nos han hastiado bastante, nos han dejado, como a Nietzsche, en la nube de la sospecha. Es ahora el momento de darle cauce y cumplimiento a tanto slogan y supuestos programas. Háganse creíbles ¡po’favó! y establezcan una alianza entre ética y política. Las ruedas de molino, que se utilizaban para almazaras, no nos las hagan tragar a fuerza de maquiavelismo e hipocresía. Ya está bien.

De nuevo hay que acudir a los clásicos. No se me ocurre otro que Platón pidiéndole a los gobernantes prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Eso que para los cristianos se llama (o se llamó) virtudes cardinales. No se me ocurre hablar de las teologales, no fuera injerencia improcedente en nuestra laica Constitución del 78. No por Dios. Pero téngasele en cuenta al filósofo griego esas naderías que propuso con tanto empeño. Se necesita ética política, que, por muy importante que parezca ser elegido democráticamente, lo es más practicar la virtud ¡Cosas de clásicos!

Lo dicho, pedimos valores a los políticos: veracidad, honestidad y justicia, sin las cuales sería imposible una transformación social. Ya está bien de acusaciones mutuas, estamos ahítos de ver a los partidos en las puertas de los juzgados. La vocación a la que habéis sido llamados no es sólo una salida profesional, es servicio y entrega; no poltrona ¿Habrá una nueva manera de hacer política? Justicia, Respeto, Servicio, Responsabilidad, Honradez, Imparcialidad, Profesionalidad, Trasparencia… Ahí lo dejo, como las migajas de Hansel, señalando el camino, no vaya a ser que los árboles os impidan ver el bosque.

A los munícipes les corresponde ahora apostar por los pequeños gestos de cada día, los inapreciables e invisibles gestos que hacen posible una ciudad real y habitable. Se me ocurre que podrían hacer de Jerez una ciudad más limpia, con la ayuda de todos, por supuesto; pequeñas modificaciones que nos pacificaran, para no vivir cabreados cada vez que hay acontecimientos extraordinarios; una apuesta por la seguridad ciudadana, por ejemplo, y deje de haber atracos, drogas y palizas puntuales…, en fin, cosas así que favorecieran una mayor armonía electora; no sentirnos perseguidos por el afán recaudatorio; una atención personalizada y presencial en la administración, con un servicio atendido con más diligencia y cariño.

Cuestiones sin importancia, ya veis, pequeñeces de luz, agua, IBI y sucedáneos que hagan las cosas más sencillas y asequibles. No es mucho, y tal vez sería suficiente si, además, se erradicara el paro y hubiera menos pejiguera apoltronado en la administración pública para que en vez de inconvenientes pudieran agilizar papeles y dar más facilidades a los inversores creativos. Gestos pequeños de cada día, sólo eso.

Hay que examinar la propia vida para crear signos de educación que generen a su vez más educación consecutiva. Todos los actos tienen repercusión sobre los demás, y vosotros, los políticos, estáis llamados a un ejemplar comportamiento cívico irrenunciable. También es cierto que se requiere de una ciudadanía activa, responsable, crítica y deliberativa en tomas de decisiones que se refieren a la colectividad. Todos somos actores en este amplio compromiso, sin duda; pero a vosotros os hemos votado para la tarea inmediata que corresponde, no nos decepcionéis ahora que tenéis tan nobles promesas entre las manos.

Sin embargo, (permítanme una última duda razonable que me corroe) sigo sin entender, cómo se pueden hacer promesas tan jugosas sin antes sanear el endeudamiento público que aún mantiene la que, según panfletos, será la más adelantada ciudad cultural del mundo. Doctores tendrá el gobierno que nos sabrán responder, parafraseando a Ripalda. Ustedes mismos.

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