De nuevo los principales índices globales retrocedieron, ante un escenario geopolítico incierto y volátil. El cuadro que la mayoría de los inversores tenían a comienzos de año ha cambiado de forma significativa. La guerra de Rusia y Ucrania parece estar lejos de resolverse, con unas sanciones de Occidente mucho más contundentes de las inicialmente previstas. Como consecuencia de ello, el mercado está descontando un menor ritmo de crecimiento, más pronunciado en Europa que en EEUU, que aleja las expectativas de una salida de las políticas monetarias no convencionales vigentes desde hace más de una década.

Ante un potencial contexto de estanflación, crecimiento económico bajo o incluso negativo y altas tasas de inflación, los bancos centrales podrían ser más reticentes a un endurecimiento de sus políticas monetarias. Esta tendencia sería más aguda en Europa que en EEUU, por un mayor impacto de las consecuencias del conflicto bélico. Tanto es así, que en EEUU los mercados descuentan una subida inicial de 25 pb de la tasa de fondos federales en marzo. Sin embargo, el BCE no parece tener intención de ajustar su política monetaria laxa ante el temor de que eso pudiera agravar aún más el problema del crecimiento.

De esta manera, la volatilidad de la renta variable aumenta al reevaluarse las expectativas. El Eurostoxx cayó un -2,06%, el DAX 40 alemán un -2,16% y el CAC 40 francés un -1,84%. En España, el Íbex 35 cerró cerca de la cota de 8.000 puntos tras caer un -3,72%. Las mayores caídas fueron para Siemens Gamesa (-9,20%), Meliá (-7,75%) y Grifols (-7,53%).

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