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Hace tiempo que vengo observando que nuestras zambombas, aquellas que a finales de los setenta y principios de los ochenta rescataron del borde de la extinción y con tanto esfuerzo instituciones como la Cátedra, Radio Popular y el propio Ayuntamiento, se están convirtiendo en puro circo.
Sin querer generalizar, porque me consta que en algunas se intenta mantener la esencia de esta celebración, la realidad es que algunos de los principios básicos de esta manifestación se están destrozando. Evidentemente, todo evoluciona en la vida y como ha ocurrido con la tradición oral y los villancicos, es el propio pueblo quien dicta su camino.
Sin embargo, me sorprende mucho ver este año a muchas entidades, ya sean hermandades, asociaciones o peñas, incluyendo en el cartel 'actuaciones' de determinados grupos o coros, una muestra inequívoca de que algo no concuerda con el corpus de la zambomba. No han sido una ni dos, sino muchas las instituciones que han optado este año por este modelo, que atenta contra la participación, la colectividad y la espontaneidad, tres piezas fundamentales de nuestras zambombas.
También he comprobado en más de una ocasión cómo estas denominadas zambombas incorporan a su registro megafonía, otro elemento ajeno a lo tradicional y que las acerca, como de hecho está ocurriendo a las típicas actuaciones. Lo triste es que se hace desde instituciones que en teoría deberían abogar por otro concepto, pero claro....
En Jerez, afortunadamente, este tipo de maniobras no habían proliferado, de un tiempo a esta parte, en el corpus habitual de la zambomba, cuya mercantilización la está dejando sin esencia. Ganar dinero o aprovechar la corriente se ha puesto de moda, con entidades haciendo hasta tres zambombas de manera correlativa como si una fiesta de fin de curso se tratase o llamando 'zambomba' a actos a mediados de noviembre. Estoy seguro de que cualquier institución necesita ingresos, pero si respetamos un poco más nuestra cultura, nos irá mejor.
Tampoco ayuda el Ayuntamiento, implementando en el calendario de actos navideños actuaciones en plazas con su respectivo escenario, otro elemento que cuanto más alejado esté de nuestras zambombas, mejor. Evidentemente, ahora vendrán con que son actuaciones y no zambombas, pero en una ciudad que presume de esta manifestación, introducir el escenario y las actuaciones sólo hará confundir al que venga de fuera.
Según la denominación BIC, esa por la que algunos se dan golpes en el pecho, desde las autoridades deben tomarse una serie de medidas encaminadas a mejorar la viabilidad del patrimonio cultural inmaterial, pero en Jerez parece que la mayoría de ellas (sólo se cumple la de promoción) no se defienden. Todo lo contrario, ni su protección, ni su revitalización ni tan siquiera su investigación se fomenta. Y si no sólo hay que mirar el bando municipal sobre ellas, más encaminado a recaudar dinero con las que se celebran en plena calle, que a defender la zambomba, con un abanico de permisibilidad deshonroso.
Indudablemente, mientras haya dinero y todos, desde el primero al último, se lucren, estoy convencido de que el modelo actual seguirá vigente, porque si no ya saldrá el hostelero de turno levantando la bandera del negocio, a pesar de romper con todas las reglas permitidas y con el beneplácito de un Ayuntamiento inmerso en otras batallas. Así nos va.
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