Dicen que del cerdo se aprovecha todo, hasta los andares. Es indiscutible que la fama se la llevan los productos cárnicos, liderados por el jamón de Jabugo, pero existen otros casi doscientos derivados más, entre los que sorprenden medicamentos como la heparina, chips informáticos, filtros para cigarrillos, esmalte de uñas, abrigos, insecticidas, frenos de automóvil, cepillos para el pelo y un largo etcétera. Incluso hay científicos que, inyectando células madre en embriones de chancho, pretenden lograr órganos aptos para trasplantes. En ello andan experimentando, poniendo todo su empeño en las llamadas 'quimeras porcino-humanas' que, pese a estar aún en fase incipiente y planteando dilemas bioéticos, persiguen uno de los principios de la ciencia: el provecho social.

En contraposición a ese esfuerzo de los investigadores, tan necesarios en estos tiempos de excreción vírica, seguimos observando, con repugnancia, el vandalismo variopinto abanderado por ciertos jóvenes, casi 'lechones', que al margen de una vergonzosa falta de implicación, protagonizan auténticas guerrillas urbanas o, en el 'mejor' de los casos, 'contribuyen' destruyendo lo que encuentren a su paso, dejando también su impronta icónica en pintadas o garabatos de ira y odio. Malos vestigios para esta civilización enferma. Ojalá se mirasen en el espejo de quienes, con su misma edad, trabajan día a día, casi de sol a sol, en hospitales y otras actividades esenciales.

'Juventud, divino tesoro', es una de las frases más populares que existen, incluida en el poema 'Canción de otoño en primavera', publicado en 1905 por el poeta nicaragüense Rubén Darío, conocido como 'Padre del Modernismo', un movimiento literario que se desarrolló entre los años 1880-1917, fundamentalmente en el ámbito de la poesía, caracterizado por una ambigua creatividad rebelde. Sí, esa rebeldía que distingue, para bien o para mal a los jóvenes y sus eternas promesas. Con ellos siempre hay una duda latente, como en el 'tic, tac' de un reloj, por si sacarán o no provecho a esta vida de perros, cerdos y estrellas…

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