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Línea de fondo

Santiago Cordero

Santiago.cordero@jerez.es

Don Dinero

Arabia Saudí ha reventado el fútbol

La irrupción del dinero saudí en este último mercado de verano ha encendido muchas alarmas en el fútbol europeo en general y en las grandes ligas en particular. De hecho, lo que más llama la atención es que además de los viejos dinosaurios, otrora estrellas mundiales ahora haciendo caja en el final de sus carreras (Cristiano o Benzema), esta liga árabe, ahí reside la novedad, ha fichado jugadores de primera línea en el momento de madurez ideal (Fabinho, Mitrovic, Neves o Malcom), además de jóvenes promesas (Gabri Veiga, Joao Felipe).

Esta descomunal inversión ha seducido a jugadores por un lado y a clubes por otro. Al mismo tiempo han alterado las fuerzas del fútbol profesional. Es tanta la inyección de dinero de las ligas árabes que incluso se plantean participar en la Champion League. De momento desde la UEFA han negado la mayor, pero los tentáculos del dinero son extremadamente poderosos. Para muestra un botón, la Supercopa de España se viene jugando, tras un jugoso acuerdo económico, en Arabia Saudí.

La cuestión es hasta qué punto el dinero puede cambiar el fútbol. Evidentemente este es un factor clave, por no decir el que más en una sociedad capitalista como la que tenemos. Se suele decir que el dinero no da la felicidad, pero que ayuda mucho.

De un lado, la historia nos dice que ese no es el camino para el desarrollo adecuado y equilibrado del fútbol u otro deporte en un país o región. Estado Unidos, Japón, Rusia y China son claros ejemplos del fallido intento de convertirse en el centro hegemónico del fútbol a base de dinero. Por el contrario Argentina, Brasil, Uruguay, Chile o México siguen demostrando que la pasión y la tradición no queda afectada por el dinero. Solo ver como se vive un Boca–River o cualquier partido de estas ligas nos puede servir de ejemplo aclaratorio o sus selecciones.

Con dinero se pueden hacer todos los campos de futbol que se hicieron para el pasado mundial de Qatar. Con más de ese mismo dinero se dilapidaron muchos derechos sociales y se cobraron muchas víctimas para que esos estadios estuvieran listos para la copa del mundo, pero no ha servido para que el fútbol qatarí esté en lo más alto del planeta fútbol.

En la ciudad de Luton no pueden presumir de un estadio espectacular, pero sí de un estadio que vio rodar un balón de fútbol en 1905 y, desde entonces hasta la fecha, en todas las categorías del fútbol inglés. El dinero podrá comprar el club, pero la afición, la tradición, la historia y la esencia no. Eso será siempre patrimonio de la ciudad y de su gente.

Si un país quiere mejorar futbolísticamente solo hay un camino: formación a todos los niveles (entrenadores y jugadores), medios (campos, gimnasios, nutrición, medicina deportiva) y paciencia. Todo lo demás es distorsionar los mercados, pero a la larga poco o nada de rédito. Un Depor–Celta aunque sea amistoso parará Galicia durante un par de horas y nadie se acordará de si Gabri Veiga está jugando a esa hora en Arabia Saudí.

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