En este verano cesó la voz de Juanjo Cardenal en Saber y ganar, timbre de efigie sinfónica y solemne y que acentuó el carácter del concurso de La 2 en estos primeros 24 años de andadura en la parrilla, que tiene tela esa constancia.

Captado desde aquella voz en las alturas de Si lo sé no vengo, Sergi Schaaf, el veterano director del eterno concurso (en 1997 el objetivo sería acomodarse unos meses y ya está), recuperó aquel supertacañón que importunaba con sus preguntas a los concursantes que estaban saltando entre pruebas de habilidad y desafíos tontorrones. Cardenal volvió para quedarse por mucho tiempo, como interrogador desde la cúpula y aunque Jordi Hurtado se dirigía al techo, en realidad estaba al lado. Trampas de poso ingenuo de la televisión de antes, que es lo que realmente aún representa Saber y ganar en su experta supervivencia en la parrilla.

Juanjo, madrileño catalán, se ha jubilado y le ha sustituido la preclara entonación de Elisenda Roca, que también suena a concurso erudito y calma en el cristal.

El cambio ha sido notorio pero en realidad nada ha cambiado y la pronunciación remarcada de Elisenda entra como un guante a un programa que ya está preparando con vítores su 25° aniversario, epopeya imposible para un contenido diario cultural y de entretenimiento.

El personal sigue bromeando, ya sin gracia, de la inmortalidad de Jordi Hurtado, pero lo realmente asombroso es lo incombustible que es él y también todo el equipo y todo su público. Es de premio esa tenacidad en la fidelidad de los que han terminado el almuerzo. Sigue siendo, de largo, el programa más visto y querido de La 2. Una cadena que es como las joyas de la abuela convertida en emisión de la TDT. Saber y ganar suena a emisión perpetua, ha visto ascender y caer imperios de holograma en el resto de cadenas y arder la puerta de Tannhauser en La 1. Y todos los compañeros de Jordi, más Elisenda, sigue un cuarto de siglo después ahí, forjando la cantera de los concursantes profesionales.

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