Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Línea de fondo

Santiago Cordero

Santiago.cordero@jerez.es

¡Ganar, ganar y ganar!

¡Y volver a ganar! Que dijo el sabio de Hortaleza

LI Ning fue un deportista que sorprendió al mundo en 1982 cuando ganó seis de las siete medallas en juego durante la Copa Mundial de Gimnasia artística. En la olimpiada de Los Ángeles celebrada dos años después se consagró mundialmente al conseguir seis medallas, tres de oro, dos de plata y una de bronce. Se convirtió en un héroe nacional en la República Popular China.

Pero tras esa historia de éxito había un reverso de moneda tenebroso. Miles de niños, de cinco años en adelante, formaban parte de un plan estatal de fomento del deporte. Les hacían  entrenar horas y horas al día exprimiendo sus cuerpos y llevándolos al límite. La cara era Li Ning, la cruz eran miles de fracasados.

Esos niños eran tratados como animales de laboratorio sometidos a un método de aprendizaje al más puro estilo de la escuela conductista. Dicho entrenamiento se basaba en la regla de  estímulo-respuesta-consecuencia (E-R-C) con la salvedad que gran parte de dicho aprendizaje llevaba consecuencias negativas si no entrenabas con el rigor que te exigían.

En las últimas olimpiadas de Tokio el pasado verano, la gimnasta Simón Biles, en plena madurez, reconoció que mentalmente se había roto, que no era capaz de competir. La salud mental del deportista de élite era algo tabú. En las últimas décadas se conocían casos aislados que se trataban de soslayo, como si fueran algo vergonzoso de analizar. Iván del Campo y sus problemas de ansiedad en el Real Madrid, una pequeña depresión de Iniesta. El jugador de la NBA Kevin Love se retiró en medio de un partido con problemas de ansiedad y depresión. Aunque llevaba años implantándose en el deporte profesional, la psicología deportiva, no acaba de ser un elemento de la misma importancia que la preparación física, táctica, nutricional o médica. Sin embargo, el caso Biles ha puesto de manifiesto la importancia de la salud mental en la consecución de éxitos deportivos o simplemente en la importancia de poder competir y disfrutar de tu deporte.

Pero, ¿qué pasa con los niños y niñas en su etapa de aprendizaje? Muchos de los problemas posteriores tiene su origen ahí. Todo sigue siendo mayormente físico, táctico, repetitivo, en definitiva conductistas. El aprendizaje de las destrezas deportivas en las primeras etapas de la niñez debería tener el enfoque denominado de la Psicología Interaccionista, en la que el entrenador-profesor-formador entienda  al pequeño deportista como una persona con unas capacidades y habilidades determinadas, que al mismo tiempo está influenciado por su entorno (familia, colegio, barrio) así como su propia personalidad. No se puede exigir, ni entrenar a cada deportista como si fuera a llegar a la élite. Lo de ganar, ganar y ganar queda genial en boca de Luis Aragonés (y en el contexto en que lo pronunció), pero los niños/as deportistas tienen que seguir un método de aprendizaje que les permitan crecer con los mejores valores del deporte (compañerismo, solidaridad, respeto, etc) y sí, se puede ganar, pero siempre disfrutar. Menos robots y más personas.

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