La falta de escrúpulos de las hordas secesionistas no tiene parangón. La manga ancha de la que hacen gala resulta insultante. Quemar banderas españolas sale gratis en Cataluña, ya que "es una forma de manifestar la libertad de expresión". Negarse a izarla en un edificio oficial es otro tanto de lo mismo. Pero hete aquí que cuando una persona decide retirar lazos amarillos de las calles catalanas la multa a la que se puede enfrentar, en ese 'paraíso de la libertad', asciende nada menos que a 600.000 euros. Lo informaba recientemente La Vanguardia y ante esta noticia tan sólo cabe el sonrojo más absoluto. Es una manifestación más del sectarismo radical. Recuerden: "Primero vinieron por los socialistas y yo no dije nada, porque yo no era socialista. Luego vinieron por los sindicalistas y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los judíos y yo no dije nada, porque yo no era judío. Luego vinieron por mi y no quedó nadie para hablar por mí". Lo escribió Martin Niemöller en la Alemania de los años 30. El resto de la historia, la del acoso y derribo de los diferentes, ya lo conocen.

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