Si los datos estadísticos sobre la evolución de la natalidad en nuestra provincia, que nos sitúan como la peor entre las andaluzas, publicados por este Diario a mediados de agosto son reales, muy escasa será nuestra aportación al tan traído y llevado fondo de reserva para el pago de las pensiones y negro se ofrece el futuro sobre dicha cobertura social.

Por mucho que hablen de ello en el llamado Pacto de Toledo, pues aquí al menos el descenso de la natalidad ha incrementado su cifra en el primer trimestre del año y de mantenerse la tendencia serán menos de nueve mil nacimientos los que tendremos en 2021, lo que supondrá casi tres mil menos en el plazo de cinco años, la peor cantidad de natalicios en más de cincuenta años y lo que lleva a la nuestra a liderar el dudoso honor de ser la provincia andaluza con los peores porcentajes de descenso de nacimientos, tanto en el período de un año como durante todo 2019…

Claro que el problema tiene dimensiones mucho más preocupantes ya que en toda España los algo más de ciento sesenta mil quinientos nacimientos registrados representan una disminución de casi un cinco y medio por ciento en el último año y de casi un ocho por ciento en relación con 2019. Aunque ambos porcentajes son inferiores a los datos de nuestra provincia que ocupa el décimo cuarto lugar entre todas las que han visto descender su natalidad en doce meses.

Y como el descenso de la natalidad no es exclusivo de este rincón de nuestro país y es evidente que se acentúan las causas sociales, estructurales y éticas que lo propician cada año que pasa, mucho están tardando nuestros políticos encargados de estos asuntos y en general los partidos que forman el arco parlamentario, en planificar la necesaria y justa cobertura social a las clases pasivas para evitar que el sistema de pensiones de España llegue a colapsar en menor tiempo del que pudiera pensarse, así que confiemos en que las medidas aprobadas recientemente por el Consejo de Ministros no se queden en meras palabras y su paso por el Congreso de los Diputados sirva para poner la base que garantice su futuro.

Sabido es que la famosa "pirámide" sobre la que se asentaba hace años el fondo de reserva para el pago de las pensiones está hoy completamente invertida ya que son muchísimos más los perceptores que los contribuyentes y, por la evolución del mercado laboral, tampoco se puede intuir que en esto y a corto plazo las cosas vayan a cambiar mucho. Por lo que quienes están llamados a adoptar decisiones deberían plantearse ya y sin dilación un cambio del modelo que para la financiación del sistema de pensiones en España se viene aplicando hasta ahora y cuyo futuro se presenta bastante incierto siempre que se siga basando en el incremento del número de personas que, de aquí en adelante, puedan incorporarse al mercado laboral y contribuir a su sostenimiento…

Y si el Parlamento está llamado, como función primordial, a legislar para mejorar la vida del conjunto de los ciudadanos, urge pues que sin tardanza se deje de especular en esta materia y se busquen soluciones que hagan posible no ya el mantenimiento del fondo para garantizar las pensiones sino su futuro, que en la situación actual ofrece bastantes dudas.

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