D ICHOSA edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, …porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío'. Entresaco esta cita de lo que a D. Quijote le aconteció con los cabreros, porque me siento yo también cabrerizo que no entiende lo que está ocurriendo con nuestra situación política, y siento la añoranza de aquel tiempo áureo en que las cosas tenían principios y asideros morales por los que regirse.

Pareciera que todo está en el zoco de la compraventa, sin que importe demasiado el principio que rija la conducta; lo mismo da que sea contra natura, a lo que llaman 'mal menor', que sea mestizo, blanco o amarillo, con tal que el poder se siga manteniendo a toda costa. Y como todos están enzarzados en riñas de partido, no importa mucho que se muera bajo el poder de unos o bajo el poder de otros, si es que no se ponen de acuerdo en lo esencial.

Vivimos entre escándalos parlamentarios, más parecidos al circo romano y muerte de gladiadores que a un parlamento civilizado. ¿Qué interesa, en verdad, con este guirigay? Incultos que voten y necios que les sigan. Entiendo que los partidos se han vuelto el azote de la nación y que, entre los de mayorías y minorías, andan esquilmando España. Los pactos antinaturales y cobardías funcionales llevan a un derrotero escatológico. Que nos digan, unos y otros, qué principios hay que defender para que no haya traición de por medio.

Está claro que España necesita ser defendida de todos ustedes, de la opresión ideológica y del cuento de caperucita roja (ya adaptado al lenguaje inclusivo) inclusive. Los innombrables partidos que nos gobiernan tienen entre sí la afinidad que cualquiera de los lectores pueda tener con un rucio o una ameba; a no ser que les ampare el vínculo indisoluble del sacramento en cuyo caso nada de lo que estoy diciendo valdría en adelante.

Veo que prefieren contar con trapaceros a escuchar el legítimo grito de las víctimas, y que el personalismo de los dirigentes se sobrepone al interés de la comunidad; que prefieren la quiebra de la sociedad, en sus débitos y concesiones al separatismo, que la unidad territorial y anímica de quienes nos sentimos españoles; que los presupuestos son votados en un 'do ut des' inadmisible, con tal de seguir en la poltrona. Y así todo.

Se pide mesa de diálogo, y lo que se está pidiendo es claudicación de unos a los otros; se dice democracia y es tiranía; se habla de parlamento y es imposición de un partido sobre otro sin que se aborde el verdadero problema de los sufridos ciudadanos. ¿Por qué cuesta tanto apuntalar el derecho y la estructura que después sirva a quienes ahora están y después han de venir, por qué no dejar atado el principio rector legal e independiente sin la intromisión partito-crática de nadie? Estamos asistiendo a alivios pasajeros que han de servir para una vuelta de la burra al trigo. Y todo para retornar a unas nuevas elecciones, que, como caramelo al niño, nos hace creer que participamos en la democracia.

No es de extrañar que el pueblo se canse, si no lo está ya, y llegue a la indiferencia participativa (acaso lo que pretenden algunos). Las elecciones, llegados a este punto, son tan manipulables como cualquiera otra cosa, y aunque en ella perviva el mito de salvar la democracia, en realidad, están salvando el partidismo que las utiliza para interpretarlas después, arbitrariamente, de modo exclusivista, como es el caso.

Tengo la intolerable impresión de que el parlamento se ha convertido en una farsa, y basado en una ficción partitocrática, lleno de trampas y falsificaciones. Cuando el pueblo se percate de ello, se quedará en casa y no irán a votar ni los muertos, dejarán el preciado derecho al voto en la cuneta y ni les importará el parlamento, ni el sufragio, ni las madres que les parió a todos. Porque sólo están representados los partidos y no el pueblo y sus problemas ¿dónde están representados los comerciantes, los agricultores, los industriales, los parados, los indigentes, los nasciturus, las familias, los educadores, los enfermos?

Aquí sólo hay partidos sanchistas, casadistas, podemistas, esquerristas, oteguistas, peneuvistas… usurpando la representación de los verdaderos intereses de los españoles. Quieren vendernos libertad ¡una ilusión! Porque sólo buscan la libertad de sus opiniones, de sus antojos, de sus escaños, pero no la libertad del pueblo a quien le han arrancado sus raíces tradicionales para dejarlo sin conciencia, sin opinión y sin referencias. ¿A quién pretenden engañar con tantas doctrinas, que más parecen céfiros que marean y confunden?

Aquí estamos, pueblo mío, convertidos en carne de cañón, despojados de convicciones, sin instituciones dignas que nos amparen y den resistencia a esta caterva de manipuladores que nos tienen a todos pseudo-esclavizados a los impuestos, al i.v.a., a la energía y a la última ocurrencia de gilipollez feminazi o transgénica, sin que nadie nos asista en semejantes tropelías. Todos unidos en la ideología dominante bajo el yugo de lo políticamente correcto, y creyendo que el liberalismo que nos gobierna es el salvador del mundo y no el tirano que nos rige a su antojo. Mientras tanto, a callar, así que no haya ideas claras que aúnen las raíces con las ramas.

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