Flecha de muerte enviada como castigo por la Divinidad era considerada desde la Antigüedad la peste. Su fama de protector ante ella llevó a San Sebastián a la cúspide devocional y le condujo, irremediablemente, al olvido cuando la enfermedad se fue exterminando. Ello explica su importancia en las edades Media y Moderna y su escaso protagonismo a partir de la Contemporaneidad, ya que hoy este santo no se sitúa entre los más populares y representados en Jerez.

Atrás quedaron los tiempos en que fuera hasta patrón de los jerezanos. En la ciudad hay, de hecho, referencias a la existencia de una hermandad dedicada a él en el siglo XV, cuando tenía ya un hospital en el lugar que se llamó a partir de entonces Llano de San Sebastián y que ahora conocemos como Alameda Cristina. No por casualidad se ubicó en una de las entradas a la urbe y, como tal, una de las mayores vías de acceso de las epidemias. Parte de este edificio fue donado en 1488 por los cofrades a la Basílica de San Juan de Letrán de Roma, siendo este el origen de la capilla de este nombre, que todavía pervive y que estuvo anexa al hospital e iglesia de San Sebastián. El templo dedicado al mártir se sabe que fue levantado a expensas del Ayuntamiento, el cual celebraba cada año el día del santo en enero como una de las principales fiestas de la ciudad. A finales del XVI se hará cargo del hospital la orden de San Juan de Dios. La iglesia, reedificada en el siglo XVIII, contó con un retablo mayor que fue trasladado a San Juan de Letrán tras su definitivo derribo en 1852.

En una hornacina y a gran altura aún puede verse la escultura barroca de San Sebastián. Atado a un tronco, muestra su torso atravesado por saetas, martirio al que sobrevivió por la firmeza de su fe cristiana, la misma de aquéllos que lo invocaban para salir indemnes de las despiadadas flechas de la peste.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios