Los seres humanos tienen sus ciclos. El de mayor plazo es la vida. Más pequeños son los estados de dicha vida, la infancia, la adolescencia, la edad adulta y la vejez. Mucho menores son esos plazos que nos damos diariamente: levantarnos, trabajar, intentar hacer lo que nos gusta y dormir. Eso sí, hay gente que tiene los turnos cambiados. Mientras usted y yo descansamos hay quienes se mantienen despiertos para hacer de las suyas, ya saben, tropelías de todo tipo. Para evitarlo hay quienes postergan su descanso para que los demás podamos reposar tranquilamente. Pese a todo, hay muchas personas que desconocen que hay quienes siguen alerta cuando hasta los 'malos' se han ido al jergón. Son aquellos que tienen la ciudad grabada en la mente, quienes con tan sólo un vistazo son capaces de percatarse de que algo no va como debería. Me refiero a los patrulleros de las fuerzas del orden, así como a esos otros profesionales que vestidos de paisano ponen orden donde otros desean imponer su particular visión de la anarquía. Es sin duda un duro trabajo que ayuda a que en esta ciudad se pueda seguir viviendo. Hay que reconocérselo.

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