Manuel Campo Vidal

Veinte días de guerra y ya estamos en otra Europa

14 de marzo 2022 - 01:39

Justo cuando se cumplen dos años del decreto de alarma por el Covid y 20 días después del comienzo de la guerra en Ucrania, un fantasma recorre Europa: la incertidumbre. La pandemia que azotó el viejo continente venía de China y siguió hacia América. La guerra viene también del Este y en tres semanas escasas ha cambiado el decorado emocional y económico de los europeos. La ola expansiva del conflicto va camino de América.

Con una solidaridad conmovedora hacia los 2,5 millones de refugiados que ya deja la invasión, se ha dado una primera respuesta de unidad admirable desde la sociedad en un derroche de iniciativas populares para prestar ayuda; y con una fortaleza institucional de la Unión que Vladimir Putin no podía imaginar. Siendo sinceros, los europeos tampoco.

Pero si 20 días han bastado para mostrar otra Europa -con miedo creciente al futuro e inquietud por el abastecimiento- otros 20 días, por no pensar en 20 semanas de guerra, nos pueden llevar a un panorama muy alarmante. En primer lugar, por la carnicería que se está gestando en Ucrania y que nos anuncian algunas estampas dramáticas. Putin tiene unas cuantas legiones de chechenos y de sirios prestos a intervenir sobre las ruinas que dejen sus tanques y misiles en las castigadas ciudades. O se para pronto esta guerra, o viviremos fechorías como las perpetradas en los Balcanes y en Chechenia mientras Europa y el resto del mundo miraban para otro lado.

El panorama económico ha sufrido ya un castigo severo, y sólo acaba de comenzar. El combustible es un artículo de lujo; el aceite de girasol, un bien escaso; la estabilidad de los precios en los supermercados, reventada. Paran algunas acererías por el precio de la electricidad; no sale la flota a pescar y las fábricas de automóviles reducen producción por falta de suministros. Los camioneros se resisten a salir a la carretera con lo que la cadena de suministro alimentario puede sufrir cortes.

La UE, que ha tomado rápidamente duras medidas contra Rusia, desconcertando a Putin, aceptará desligar los precios de la electricidad de la cotización del gas a propuesta de Pedro Sánchez, tras advertir que o lo hace Europa o lo hará España. Hay que intervenir con decisión sobre problemas estructurales y errores consolidados para atajar la espiral de la inflación y la degradación de las condiciones económicas estables que Europa disfrutaba.

Sobre ese panorama político europeo de unidad, en el que los antiguos amigos de Putin se han escondido ante su brutalidad, la constitución en Castilla y León de un Gobierno del PP con la extrema derecha de Vox, ha entristecido a todos. Europa ya ha cambiado, pero España también. El presidente del PPE, el polaco Donald Tusk, califica ese hecho de "capitulación" del PP. Incluso el futuro presidente popular, Alberto Nuñez Feijóo, se ha desmarcado del acuerdo con una frase inesperada: "Vale más perder un Gobierno que pactar con el populismo". Antes, Vox apoyaba desde fuera a gobiernos del PP, pero ahora tiene un tercio del poder político efectivo en Castilla y León. Su presidente, Mañueco, asegura que tenía permiso de Pablo Casado, pero no cuela. Liquidar Cs favoreciendo la entrada de Vox ha sido una operación ruinosa. Albert Rivera, y otros, deberían ser procesados por malversación de activos políticos.

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