Como bien sabemos, sacar en procesión las imágenes devocionales pone en peligro su integridad. Someterlas al movimiento, cambio de temperatura y atuendos, hace que las imágenes realizadas en madera sufran un envejecimiento prematuro de los materiales empleados: Estuco, estrato pictórico, barnices…

Su función está por tanto relacionada con el paso del tiempo, siendo en muchos casos piezas finitas, tal y como hemos visto a lo largo de la historia, donde muchísimas imágenes se han perdido por diversos desastres.

Las técnicas de restauración y conservación son por tanto, herramientas imprescindibles para que perduren lo más fielmente posible a su estado inicial. O eso es lo que debe ser, ya que conocemos casos de "restauraciones desastrosas" que han modificado la impronta de la imagen para adaptarla al gusto de la época.

Esta pasada Semana Santa, vimos el resultado de la restauración de la dolorosa de la Hermandad de las Tres Caídas, que bajo mi punto de vista ha sido muy acertada. Gracias a ella, disfrutaremos en las calles de Jerez de una Virgen de los Dolores en buen estado de conservación por muchos años más.

Y es que en la nuestra Semana Santa, tenemos un buen nivel de conservación de las imágenes que salen en procesión. Hay en las Hermandades una mayor concienciación sobre las medidas preventivas que deben aplicarse a sus titulares, porque al final, el patrimonio es de todos los jerezanos y jerezanas, y hay que conservarlo en las mejores condiciones posibles sin menguar la funcionalidad para la cual fueron realizadas.

Sólo espero que este mismo criterio se aplique también a la patrona de la ciudad. Su rostro está repleto de grietas muy marcadas, levantamientos de policromía, pérdida de material, barniz ennegrecido, repintes, desgastes… Su estado es alarmante y no parece que esté controlado, cada año está peor que el anterior. Y lo que se pierde, no se puede recuperar.