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El loco Milei, un liberal peligroso a ojo de muchos, ha mandado a la Cámara Legislativa una ley anticasta que pretende acabar con los privilegios de una clase que, amparada en la ficción del Estado protector, lleva 70 años sangrando al Pueblo que dice defender. Achicar el Estado -matando a Hobbes, que es el verdadero loco- Milei quiere acabar con la coima como modo de gobierno y con los Koldos que pululan por aquí y por allá; impondrá que los partidos se financien por sus militantes y acabará con las jubilaciones prime de sus Señorías.

No me digan que no suena bien. Tipificará como delito el déficit fiscal por la emisión de moneda que empobrece a la mayoría porque altera los precios, se compromete con la inviolabilidad de la propiedad privada y declara innegociable el ajuste fiscal y la reducción del gasto público, otra epidemia woke sin cura posible; establecerá la prevalencia del convenio de empresa y cortará las alas de los empresarios tramposos y los sindicatos que hace décadas dejaron de defender al trabajador. Todo ello, sin mayoría en las Cámaras. Aboga por la protección integral de la vida anunciando leyes que dejarán de considerar el aborto como derecho aun a riesgo de que se le abalancen como jaurías. La satisfacción de un derecho no puede ejercerse a costa de la vida del prójimo.

Otro argentino ilustre, el Papa Francisco, lo denunció el pasado verano en Lisboa cuando preguntaba a donde va Europa con sus vientres vacíos y sus playas llenas de cadáveres. El problema de Occidente es moral y el camino para volver a la senda del sentido común es conocida, la de la Europa cristiana que supo capitalizar en una economía de libre mercado, con respeto a la ley natural, los valores del trabajo duro, el ahorro, la educación como ascensor social y el procuramiento del bien propio y ajeno. Que Dios lo ayude.

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