Ante las elecciones del 23-J

10 de julio 2023 - 00:00

Nunca unas elecciones generales en nuestro País pusieron tan de manifiesto como diferentes modelos de sociedad intentan imponerse uno sobre otro. No es cosa del momento, se viene gestando hace décadas. Una visión defiende la tradición, el acervo cultural de un camino recorrido con temas aun sin resolver pero con una dirección inequívoca y reformas pendientes que no pierde de vista el punto de partida: una concepción de la persona, la vida y el mundo bajo la mirada de una cultura clásica y cristiana. Esta es la que con todas las innovaciones y aportaciones -incluidas las críticas- conformaron sociedades avanzadas y abiertas. La otra visión que intenta reinar en nuestras comunidades, sustenta su propuesta en la concreción de una pléyade de nuevos derechos -avances unos, otros de discutible fundamento-, que han puesto el acento en su consecución olvidando el equilibrio con las obligaciones; en un giro dramático sobre la concepción de la persona, la identidad, el género o cómo me percibo son las nuevas claves de una sociedad que no para de auto cancelarse; los indignados, las víctimas más diversas de las mayorías opresoras son el terreno de juego de las políticas y agendas públicas. La situación económica, la cesta de la compra, la inflación, la vivienda, las pensiones o el desempleo, con ser todas ellas vitales e importantes, no son lo único que se dilucidan en estas elecciones. Conformamos con nuestro voto -aunque perdamos conciencia de ello y votemos según las más variadas motivaciones-, la sociedad del futuro en la que veremos crecer a los hijos y nietos, los nuestros o los de nuestros vecinos, bien en una comunidad que conserva lo mucho bueno e incorpora reformas necesarias o en un proyecto que desnaturaliza y diluye, que nos transforma en otra cosa, a saber. La pelea no es solo económica sino cultural.

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