Álvaro R. Doña

Una guerra de las antiguas

Jartible

01 de marzo 2022 - 01:34

El mundo parece haber cambiado para siempre desde hace, casi exactamente, dos años. Nos hicieron aprender a tener cuidado en las relaciones sociales por algo que nos vino de sopetón y que, a día de hoy, todavía no entendemos del todo. La pandemia nos metió en la cabeza la necesidad de no juntarnos demasiado para evitar contagios y, por ende, hospitalizaciones y muertes. Esto ocurrió en todo el mundo, prácticamente sin excepción y los pueblos de todo el planeta entendieron lo que había que hacer.

Todo esto para que, dos años más tarde, den completamente igual las vidas y en el Este de Europa se estén matando directamente a tiros y bombazos. Lo explicaba muy bien ayer, en uno de sus vídeos, uno de esos pequeños 'influencers' andaluces que te transmiten las cosas con tanta verdad que eres capaz de ponerte en su piel, de sentir lo que él siente. Decía: "¿Qué tiene que estar pasando por mi cabeza para que logren convencerme de que lo que yo tengo que hacer es coger una metralleta y matar a la persona que tengo enfrente y que no conozco de nada?". No podría resumirlo mejor.

Comentaba: "Quizás yo no esté en el mundo, pero... ¿Ahora me van a venir con una guerra de las antiguas? No un ciberataque, una guerra comercial... No. Una guerra de las de antes". Y tampoco podría definir la situación de una forma más simple y verdadera. Ahora esta guerra nos conmueve, porque nos coge cerca y porque nuestro egocentrismo europeo nos tapa los ojos hasta que escuchamos el ruido de los misiles.

Mientras, los jóvenes ucranianos se alistan al ejército "para defender a su país de los terroristas", sin haber cogido un arma en su vida. Y aunque la hubieran cogido, estas cosas dejan de tener sentido desde el momento en el que los intereses económicos destrozan vidas y ciudades mientras quienes instigan el conflicto nunca se meterán en el fango.

Hay quienes nunca comprenderemos la guerra, sea donde sea. Más aún, como invento de un sistema que, creado por el ser humano, no para de autodestruirse.

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