Análisis

Carlos Irigoyen Jara

Gerente de la Asociación de Abastecimiento de Agua y saneamientos de Andalucía

No importa tanto lo que llueve, sino cómo llueve

Las infraestructuras de desagüe y evacuación de aguas se calculan, y por tanto se dimensionan, según periodos de retorno, calculándose normalmente con un intervalo de retorno de 10 años para redes urbanas, y de 25 años en el caso de las principales arterias de las ciudades. En términos generales y haciendo uso de un lenguaje llano, esto se traduce en que, en episodios de precipitaciones, existe un 90% de probabilidad de que no suceda nada cuando se trata de una infraestructura calculada con espacio de retorno de 10 años, y hasta un 96% para infraestructuras con un periodo de retorno de 25 años.

Sin olvidar que hablamos de estadísticas, podría darse el caso de que, por situaciones climatológicas, una misma infraestructura calculada con periodo de retorno de 10 años afrontara desbordamientos en varios episodios durante un mismo año, debido a las circunstancias ambientales. O todo lo contrario, que en diez años no se viese nunca desbordada.

En este contexto y en base a este planteamiento, cualquier persona podría plantear y proponer la ejecución de infraestructuras de evacuación con un mayor periodo de retorno. Pues bien, existen dos cuestiones a tener en cuenta al abordar esta respuesta. En primer lugar, alcanzarían unas dimensiones de conducciones de evacuación que, en gran parte de los casos, excederían la superficie, medidas y magnitud de las propias calles de nuestras ciudades; y en segundo lugar, el importe de las inversiones necesarias resultaría del todo inasumible. Esta es la situación real y estos son los condicionantes en todas las ciudades y casos.

Por estos motivos y en un panorama de pluviometría extrema, especialmente concentrado en un pequeño periodo de tiempo, podríamos afirmar que las inundaciones son inevitables.

Volviendo al lenguaje llano, a menudo tenemos ocasión de presenciar entre los ciudadanos comentarios del tipo "lleva dos meses sin parar de llover y estoy deseando ver el sol", y sin embargo no se han dado episodios de desbordamiento. Por el contrario, y últimamente de manera cada vez más frecuente en muchos puntos de nuestra geografía, también podemos oír que "lleva mucho tiempo sin llover y la que se ha liado en una hora". La conclusión en este sentido es que no importa tanto lo que llueve (refiriéndonos a inundaciones) sino cómo llueve. Y es que, no es lo mismo que se registre 30 litros/m2 de precipitación durante un día, que durante media hora.

¿Cómo podemos mitigar los efectos de estos fenómenos meteorológicos extremos? Es más importante la limpieza de redes que la limpieza de imbornales que recogen el agua superficial. La debida limpieza de las primeras garantiza la máxima capacidad de transporte del agua a evacuar para la que están diseñadas las conducciones. En otras palabras, hay que quitar el colesterol a los tubos de desagüe.

Asimismo, es imprescindible la debida limpieza de imbornales. En nuestras ciudades suele haber un número suficiente de ellos para la captación de aguas superficiales, de manera que, cuando por cualquier motivo se da el caso de que hay uno atascado, normalmente el contiguo se encarga de aceptar el agua. Cuando un imbornal no acepta agua, es debido a que no cabe por los colectores. Otros aspectos a tener en cuenta para su correcto funcionamiento es la limpieza de imbornales, aconsejable como mínimo una vez al año en situación normal. Y por supuesto también el comportamiento cívico de los ciudadanos, ya que en casos de pluviometría extrema la suciedad superficial de las calles termina en dichos sumideros, así como los restos vegetales de hojas, broza, etc.

¿Qué esperamos de nuestros servicios municipales? Realmente en el momento meteorológico extremo poco se puede hacer. Su trabajo es el de rutinariamente limpiar las conducciones, "quitarles el colesterol". Igualmente, y de forma rutinaria, limpiar los imbornales. La planificación y ejecución de obras de infraestructura debidamente dimensionadas, y por último, una rápida respuesta en caso de incidencias que permita solventar, en la medida de lo posible y por orden de prioridad, las situaciones que se presenten.

Es importante tener en cuenta que, cuando en casos de episodios meteorológicos extremos gran parte o zonas dispersas de la ciudad se ven afectadas, es prueba irrefutable de que las infraestructuras se han visto desbordadas. Por el contrario, si en la misma situación meteorológica la incidencia se produce en un solo punto, es en él donde se debe actuar a conciencia tomando las medidas necesarias en la medida de lo posible para que no vuelva a suceder.

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