Análisis

f. rufo

El paro en Cádiz o los lustros de la marmota laboral

Hablar, prometer, asegurar y pedir confianza. Se hace siempre en una campaña electoral. Hasta tal punto que incluso parecen creíbles. Pero hacer eso en una provincia como Cádiz cuando se trata del paro, es poco convincente.

Desde hace lustros, décadas, han pasado por esta provincia Plemcas, Atipes, Edusis, Aletas, Reindus, ITIs.... alguno se olvida seguro. Todo para, al final, como cada año que fue (que cantaba empalagosamente Mecano), depender de que el paro baje o suba en función de los turistas que lleguen, los restaurantes que logren la supervivencia o los hoteles que adquieran fama más allá de nuestras fronteras. El día de la marmota laboral.

Todo se resume en el turismo. La patronal está harta de decir que quienes crean empleo son ellos, los empresarios. Las administraciones (central y autonómica) no paran de anunciar más y más planes. Después, un fin de semana cualquiera en el paseo marítimo de Cádiz, no hay un hueco libre. "Mira cómo está esto, después dicen que hay paro". Es una de las frases que debería aparecer en el libro que retrate a esta provincia dentro de algunas generaciones.

El problema es que esos que llenan los bares, posiblemente, nunca han estado en el paro, afortunadamente. Los que lo están, tal vez pasen delante y miren con cara entre rabia y pena. Es lo que hay.

Mientras tanto, la provincia va reduciendo su desempleo oficial mientras otros muchos cogen la maleta para irse a Francia, Noruega o simplemente Sevilla. Así baja la población activa, que es ese gran saco donde las estadísticas juegan a ver quién crece más. Y esos que no crecen nunca, los que durante mucho tiempo han vivido de una ayuda al desempleo, tienen que buscarse la vida como pueden. Eso que llaman economía sumergida y contra la que autoridades y políticos claman exigiendo medidas que acaben con ella.

Una vez, en una entrevista, este diario preguntó a un experto economista si acabar con esa economía sumergida en una provincia como Cádiz, y hacerlo a golpe de sanción, no sería dar un tiro en el pie a miles de familias. Hubo silencio.

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