El pleno municipal de El Puerto aprobó retirar el título de Hijo Adoptivo de la ciudad al general golpista Gonzalo Queipo de Llano. La verdadera noticia es que un personaje así aún fuera Hijo Adoptivo de El Puerto. Queipo de Llano fue responsable de la ejecución (asesinato) de más de 45.000 andaluces durante la guerra y después. Y Queipo era aquel que, a través de una emisora de radio, con un lenguaje soez, machista, homófobo y sumamente violento, incitaba a la violación de mujeres.

También es noticia que, en el pleno de El Puerto, Ciudadanos y PP -con el alcalde a la cabeza- se opusieran a la retirada de la distinción, que le fue concedida en 1937, en plena guerra civil y en ausencia de nada que se pareciera a la democracia. ¡Ay de quien entonces se hubiera atrevido a decir que no! PP y Cs se alinean con aquellos que, cuando se produjo la exhumación -¡por fin!- de los restos de Queipo de la basílica de la Macarena gritaron ¡Viva Queipo! Parece que les gustaría que volviera con mando en plaza un tipo de esa calaña. Menos mal que se oyó también a una mujer valiente que clamaba ¡Honor y gloria a las víctimas del franquismo! Y menos mal que alguien tan poco sospechoso de rojo como el columnista Antonio G. Barbeito ha escrito "Los criminales de guerra que no tuvieron piedad de nadie… no pueden estar enterrados allí donde se reza el Padrenuestro".

En España está costando mucho ventilar la podredumbre y su olor nauseabundo. ¿Qué pintan Queipo -y Franco- en la relación de Hijos Adoptivos/Predilectos de cualquier Ayuntamiento? Y puestos a soñar con una España moderna y laica, con plena separación entre Iglesia y Estado, ¿qué pinta aún tanta simbología religiosa en actos militares? Y ¿qué pinta la interpretación del himno nacional -con sus connotaciones- en ceremonias religiosas solemnes?

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