Estamos en tiempos de revisionismo lingüístico: género, número y caso. Las concordancias han de ser ahora ideológicas más que gramaticales. El sabio Penagos tiene su puesto en la papelera de la historia nesciente y revisionista. Hay que tener mil ojos y aquilatada la lengua ¡cuidado! El ojo-oído del Gran Hermano acecha como león rugiente buscando a quién devorar. La tiranía de lo políticamente correcto busca víctimas propiciatorias para calmar al diosecillo moral, a falta de otro Dios más trascendente. No se puede ser disonante regresando al heteropatriarcado represor. Hay palabras y acciones con connotaciones étnico-sexistas que es preciso obviar. El gallo no puede copular con la gallina sin su consentimiento porque semejante abuso será considerado violación y ello repercutirá directamente en las ayudas de la PAC que han recibido, hasta ahora, los granjeros.

Las redes sociales (facebook, twitter, instagram) sancionan a los usuarios que infringen las normas con las horrorosos borderías que ofenden la dignidad de las personas. Está bien. Porque lo que está bien, bien está ¡Lo que e, e! Ya no veo tan claro el criterio sobre qué sea ofensa, ni la ideología que lo controla, ni a qué se denomina insulto o qué quieran decir con dignidad. Siempre hay que apostar por el respeto, porque es el principio de la convivencia; salvo que ya no se pueda vivir sino con miedo a la libertad. El aparato censor se está volviendo punitivo y, del buenismo, hemos pasado directamente al laicismo inquisidor. Se vislumbra que sea el nuevo ambiente espiritual de nuestro tiempo y su influencia nos ha situado en el desierto de las purificaciones. Toda esta corriente que viene de EEUU, vía New York Time, se ha colado por la izquierda radical, como los adelantamientos en carretera, para deconstruir (palabreja de moda) lo que se supone es un error de la civilización occidental, por los siglos de los siglos. La cuestión se presenta en clara confrontación con los conservadores (los hay liberales), que no son retrógrados porque quieran conservar lo que merece la pena ¿o hemos llegado a estas estructuras sociales sin más? ¿cuánto tiempo ha necesitado la humanidad para organizarse socialmente con un número superior a ciento cincuenta personas, que dicen los paleo-sociólogos era el número ideal de los recolectores-cazadores?

El mismo liberalismo, que lleva en sus genes la idea de progreso, sabe muy bien que la civilización occidental ha logrado más explosión económica y cultural que cualquier otra, gracias a que ha sabido progresar conservando. Siempre ha habido, con más o menos dialéctica histórica (no-marxista) un acuerdo tácito sobre estos pilares de razonabilidad. Lo cierto es que hoy estamos asistiendo a una gran intolerancia del lenguaje, ideológica, queriéndonos cambiar algo más que las palabras, amparados en el respeto a la persona, y queriendo 'deconstruir' todo el paradigma socio cultural actual, para montarnos en un utopismo, que, como su propia palabra indica, es inexistente. La teoría deconstructiva (Jacques Derrida), antes Heideggeriana, y ahora de tinte marxista, que lo revuelve todo sin proponer nada, quiere, con las argucias del lenguaje, y otras minucias ideológicas, cambiarnos la cultura actual. El cripto-marxismo y el colectivismo, desgraciadamente campantes, no valoran lo que la sociedad ha logrado hasta hoy. No quieren saber nada de la tradición ni de la historia, queriendo reinventarla para crear la cultura inculta que les permita dar el zarpazo tiránico de la dominación de las personas. Supongo que es una cuestión de poder, y no hace falta ser muy avispado para darnos cuenta de la estrategia burda de quienes, con falaces argumentos, pretenden construir una sociedad cerrada, como aquella que logró dividir Europa con el vergonzante muro de Berlín (esto es memoria). Más allá de cualquier consideración oportunista o disertación política e ideológica, lo que verdaderamente está en juego es la defensa de la libertad. Llámese 'x', pero se cierne sobre nosotros un autoritarismo ambiental irrespirable.

Hacía mucho tiempo que no se había sentido tanto debilitamiento de la libertad individual. Por eso mismo la sociedad occidental tiene que pensarse qué monstruo está siendo engendrado dentro de sus entrañas ¿Por qué se quiere cambiar el concepto cultural y la mentalidad existente? Todo comenzó con una broma social: 'miembros y miembras' ¿recordáis?; hoy a nadie se le ocurre escribir sin arroba… La revolución del marxismo recalcitrante ya no viene por los cambios de producción, sino por los cambios culturales y de mentalidad; y cuando esto se consiga, como la rana en el agua tibia, nadie se dará cuenta de la falta de libertad. China, sin disidentes, no sólo se está imponiendo en el crecimiento comercial, también en la contaminación de nuevos paradigmas sistémicos con derechos individuales disminuidos. Lo políticamente correcto, entre tanto, solo es la máscara y el barniz aceptable de otras muchas cosas venideras.

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