Visto y Oído
Christian
Palco de convite
Y sin tapas... "Así vas abrir Paco, ¿sin tapas?. 0jú picha, poco vas a durar. Acabarás poniéndolas". Ese fue el consejo de todo un veterano al debutante Paco Moreno cuando abrió, en 2002, la Cafetería El Paseíllo. Y con ese vestido, café con leche y oro, hace Paco -el de La Garrocha, el polémico- el paseíllo hacia la presidencia para desmonterarse ante quien ni él sabía.
Ahora, tras veinte años en el escalafón, cierra el portón para dar paso a un sinfín de recuerdos y vivencias.
Esa cafetería será sin duda, mucho más que una simple cafetería, en la que sólo poder tomar un café. Allí muchos hemos fraguado, a paso lento, mucho de lo que hoy, algunos, somos.
Allí, hemos crecido y educados taurinamente bajo un dogma muy concreto. Hemos, tenido la fortuna de ver criar hijos de amigos, nietos e incluso criar los de uno mismo. Lo dicho, mucho más que una cafetería.
En ese bendito lugar y por obra y gracia de Paco Moreno se levanto un lugar de culto y peregrinaje en el mundo de toro, pese a que a muchos les duela.
Desde el que partía una entrada hasta ilustres y venerados matadores de toros, rendían cuentas con esa cafetería "de los toros" de la calle Valdés. Puede ser que quien lea estas líneas, sospeche de la escasa objetividad de lo manifestado. Quizás una excesiva y merengosa opinión…Y así es.
Pero nada es por nada paisano, no todo aquel que quiso rondar esa plaza, consiguió entrar en la cuadrilla. Sobre todo por no entender lo que aquello fue.
Hoy en el toro como en la vida se vive embutido en la dependencia y en la falta de libertad, ya sea por las razones que sean. Muchos son los que tienen que tragar, por lo civil o por lo criminal. Pues exactamente allí, donde nunca se puso una tapa, lo que recorría de pitón a rabo, era la LIBERTAD. "¡Qué trabajito te costó Paco hijo!"
Jamás se habló con el pico ni se dejó de echar la vuelos a los hocicos a nadie. Al final todos acababan allí. ¿Curioso? Qué difícil es eso. Es por eso mismo que desde El Paseíllo se crearon las mayores rebeliones taurinas de esta ciudad. Véase que hasta de allí salió un concejal de la Plaza Real… ¡animalito!.
Fue territorio hostil para muchos, es más seguro que muchos ahora celebran su cierre. Entendéis cuando digo que aquello era más un cuartel general que una cafetería en si.
Y al final en la vida pasas y quedas en la memoria, para lo bueno o lo malo, dependiendo de lo que aportes a cada individuo. Es por eso que tras veinte años con la muleta siempre puesta y brindando en los medios con la espada de matar, sólo puedo darte las gracias Señor. Paseíllo por hacerme un -gran- poco como soy. Por entender el toreo como hoy lo entiendo y vivo. Nada en mi sería igual, seguro.
Y sobre todo, por no hacer caso a aquel viejo maestro insensato y jamás poner una puñetera tapa.
Hoy, con el paso de los años, no te quepa la menor duda que has ganado más que perdido. Ya que sólo tú entendiste esa bendita locura llamada El Paseíllo.
Que Dios reparta suerte.
El Guitarra.
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