Alfonso Ussía en Antena 3
La Porvera
Juan Ramón escribió aquello de ‘… Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando’. En Jerez podemos decir: ‘… Y yo me iré. Y la Porvera se seguirá inundando’. Hace más de cincuenta años que iba, con pantalones cortos, al colegio en esa calle. Tenía sentido llamarlo de la Porvera porque los religiosos tenían otro colegio en el campo, llamado de Santa Fe. El mío estaba en Jerez y el otro en las quimbambas.
Una buena tromba de agua suponía para los párvulos toda una fiesta porque la Porvera se inundaba y explotaba la coreografía del fin del mundo. Las clases se suspendían; los paraguas aparecían de no se sabe dónde y los padres llegaban a deshoras para el salvamento. Los que vivíamos intramuros teníamos además el aliciente de cruzar una Porvera inundada, inexorablemente.
Desde entonces ha llovido mucho y dicen que el hombre llegó a la Luna. Egipto mudó el Templo de Abu Simbel para que no lo inundara la presa de Asuán y un túnel conecta Francia con Inglaterra bajo el estrecho de la Mancha. Han reproducido las cuevas de Altamira y en Tokio construyeron una red de alcantarillado, que llaman de las Catedrales, a prueba de Tsunami.
Es lógico que Jerez de la Frontera no pueda enfrentarse en solitario a todo el cambio climático, ni retar a la madre naturaleza evitando las riadas de la Porvera. Se trataría de una empresa descomunal, equiparable a la apertura del mar Rojo por Moisés, pero ésta fue con ayuda divina.
En fin, démosle glamur y pensemos que la Porvera se inunda, como Venecia se hunde. Que solo es la decadencia de un esplendor pasado. Aceptemos que las aguas de la Porvera son indomables como el monzón o el volcán de La Palma en erupción. Seguramente, sea consecuencia del calentamiento global, y todo calentamiento tiene consecuencias imprevisibles. Así que como diría el autor de Platero: ‘… Y yo me iré. Y la Porvera se seguirá inundando’.
También te puede interesar