Viernes Santo
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La Reina

15 de abril 2025 - 03:06

Con la jornada del Domingo de Ramos se inauguró la Semana Santa. Si hace tan solo unos días las previsiones meteorológicas pintaban negras para el arranque de los días santos, finalmente la tarde quedó para enmarcarla.

Las cofradías lo bordaron en esta jornada. Seis hermandades, seis, hicieron su estación de penitencia a la Catedral jerezana sin problema alguno. La Borriquita volvió a suscitar la ilusión de los más pequeños y su andar por las calles de Jerez volvió a colmar esas ansias de cofradías que tenemos todos. No por ser la segunda del día, la Coronación, dejó de ser menos elegante. Más bien todo contrario, con ese misterio de Álvarez Duarte que es la mejor estratégica de comunicación. Pasión puso su buen hacer en pleno centro desde un barrio distante del corazón de la ciudad. El Perdón puso su nota de cofradía seria con su singular y único Cristo de Pinto Berraquero. Y las Angustias no dejó de ser esa cofradía del Domingo de Ramos que no puede faltar con su escolanía y su Stabat Mater que es la sintonía de la jornada.

Y el Transporte con su guardia romana que cada año va tomando más forma con su maravilloso barco que porta a esa gran imagen que es el Señor del Consuelo. Túnicas blancas mercedarias y elegancia en el andar. Y si es necesario un postre ideal, Madre de Dios de la Misericordia. La Reina, como les gusta decir a sus cofrades de la Merced, que este año, si cabe, iba aún más bella todavía. Milimétricamente bien vestida en cada blonda por José Carlos, esa belleza refulgente parecía que se iba a comer la ciudad entera con valentía, desde su palio blanco que año a año va culminándose. Qué belleza y qué primor. La belleza de la Reina se hizo más que patente cuando la tarde caía y llegaba el pincel de preciosa pintura ocre a la plaza Aladro. No pudo haber mejor postre para el día de los Ramos. Uno que lo vio y lo sintió lo atestigua y da fe. Y con tan solo ver su bellísimo semblante en la jornada del Domingo de Ramos ya mereció la pena la espera de dos años, dos, sin verla reinando y señoreándose por las calles de Jerez. Una barbaridad.

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