El río Ebro

06 de marzo 2025 - 03:05

Reconozco que los catalanes independentistas saben lo que quieren, lo persiguen y lo están logrando. Optimizan cada momento pidiendo el oro y el moro, aunque se conformen con cualquier tajada, con tal de ir avanzando. Ya disponen de un estado de la butifarra, a costa del bolsillo de los españoles, auténticos ‘pagafantas’ de una rebelión anunciada.

También les temo porque sus propósitos son malvados. Cataluña sería de todos los españoles, no solo de los catalanes insurrectos y, de conseguir sus propósitos, habrán decidido unos pocos por todos. Una España sin Cataluña será una España diferente en la que los españoles no se han pronunciado sobre semejante mutilación geográfica.

Y después del temor, vuelvo a la admiración porque lo hacen a las claras y sin mentir. En este ‘proces’, Pedro Sánchez se ha convertido en una bicoca. Un chollo para avanzar en pocos meses lo que, en condiciones normales, hubiera costado décadas. Una traición por la que sus protagonistas arderán eternamente en el noveno círculo junto a Caín, Bruto y Judas.

Ahora toca perdonar las deudas acumuladas por despilfarros en inmersiones ligústicas, embajadas e ínfulas de grandeza. Así que propongo copiarles el método y el discurso. Hay que hablar a las claras y por derecho. Visto lo visto, sería estupendo que el santanderino río Ebro sea desviado desde Zaragoza a Cuenca en busca del río Júcar y Segura para regar lo que quede de España. Ellos se pueden apañar con el Ter y el Llobregat.

Otra obra prioritaria será la autopista de ocho carriles que una Zaragoza con Francia, vía Huesca. Se llegará directamente por tierras aragonesas a la A-64 francesa y al resto del mundo, sin hocicar en la aduana catalana del corredor mediterráneo. Para ello resulta imprescindible contratar como afamado diplomático Mr. Donald Trump, por si además de las tierras raras de Zelenski, quisiera las tierras malas de Puigdemont. Sea..., y que les zurzan.

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