San Pedro y Rafael Alberti

Alberti poeta nacido en El Puerto de Santa María, que con el triunfo del dictador Franco se tuvo que exilar en varios países, y uno de ellos fue Italia. Pasó algunos años en Roma. Publicó un libro de poesía en 1968: ‘Roma, peligro para caminantes’. Conoció y siguió, en los diferentes exilios, acogiendo a españoles. Yo he visitado varias veces la Basílica de San Pedro, y allí casi a la mitad de la nave central, a mano derecha, se encuentra un pedestal con la escultura de San Pedro apóstol, en bronce, tiene un pie brillante como el oro, de los besos que le dan millones de visitantes al cabo de los siglos. Alberti lo conoció y puso en su boca el siguiente poema:

“Di, Jesucristo, ¿por qué/ me besan tanto los pies? / Soy San Pedro aquí sentado, /en bronce inmovilizado, / no puedo mirar de lado/ ni pegar un puntapié, /pues tengo los pies gastados, / como ves. / Haz un milagro, Señor. / Déjame bajar al rio, /volver a ser pescador, que es lo mío.”

Estarán los electores cardenalicios poniéndose de acuerdo en el sucesor del primer Papa, y deberían leer este poema de un comunista ilustrado y sensible a los sentimientos humanos. Alberti comulgó con los sentimientos de San Pedro Apóstol varado en Roma.

En 1977, el 27 de abril, llegó Alberti, desde el exilio, a El Puerto de Santa María. Yo estaba allí junto a cuatro compañeros y compañeras del antiguo BB y otros muchos ciudadanos.