Temporada

Liderando todos los meses desde que comenzó el curso, era evidente que el primer puesto de la temporada de Antena 3 iba a ser sólido, a distancia varios puntos de Telecinco y La 1. Y pocas cadenas más hay en el mando mayoritario de los españoles, por muchos canales, plataformas y contenidos on line que se pongan sobre la mesa. Entre la inmensidad una gran parte del público se dirige a sus hábitos, a sus costumbres diarias de contacto con la pantalla. Y si nos fijamos en el consumo de los mayores de 65 años la fidelidad es ya insondable.

Cuando hablamos de lo que sigue una mayoría ante el televisor no hay sorpresas. Y tampoco hay atajos ni recursos a corto plazo para dar un vuelco a ese ritmo de gustos casi inamovibles. Antena 3 es la más vista por méritos propios y también hay un margen por las debilidades de su competencia más directa y fuerte. En TVE les lastra los conflictos internos, un vacío de dirección (y pese a la actual interinidad, algo se está moviendo) y también, hay que reconocerlo, sus obligaciones de servicio público le lleva a una diversificación que para una cadena privada es un ahorro para centrar esfuerzos en otros proyectos comerciales.

Y está el caso de Mediaset, el de Telecinco en concreto, la cadena más vista a lo largo de estos veinte años que entró en barrena de seguidores en la última etapa de Paolo Vasile. Coincidiendo con la pandemia una parte de los espectadores fieles a Telecinco se marcharon a otros contenidos (la marcha de Pasapalabra fue además clave) y esa migración puso al descubierto otras carencias. Telecinco había centrado su suerte en los realities y en el corazón, así que lo demás era casi accesorio. Informativos, series, formatos diversos fueron menguando, depreciando e incluso desapareciendo. Para tener una parrilla potente también hay que apostar por la diversidad en esa oferta. Y la dirección que vino a relevar a Paolo Vasile agravó su contexto con la decapitación de Sálvame. No era la clave. Y no es sencillo el camino de la remontada. No hay atajos.