Álvaro Robles Belbel
Moderación inferior a la esperada del IPC en EEUU
Lo que en términos de política exterior nos va a suponer la felicitación de Hamas al presidente español y presidente de turno de la UE tras su gira por Oriente Medio, lo vamos a tragar a cucharadas soperas durante largo tiempo como si de una gripe persistente se tratara: aislamiento, ninguneo internacional, apartamiento de cualquier centro de decisión, ausencia de información estratégica compartida, desconfianza de los socios naturales o debilidad en el Mediterráneo, sin despreciar el efecto económico, comercial y la huida de la inversión.
Si no fuera porque esta película la hemos visto en versión cortometraje con la alianza de civilizaciones y el alineamiento con los autoritarismos del Grupo de Puebla a la que seguimos dando pábulo, diríamos que nuestro gobernante ha perdido la cabeza.
Lejos de llegar a esa conclusión, todo parece obedecer a un guion perfectamente asumido en el que algunos ministros piensan que Lenin era una especie de libertador, que Hamás utiliza la violencia porque no tiene más remedio o que los ‘derechos de los pueblos’ están por encima del imperio de la ley y que la separación de poderes debe estar controlada o limitada por el poder político.
Este alejamiento de la tradición de las democracias liberales son las que están en el origen de la polarización, en la búsqueda de soluciones radicales en el otro extremo del espectro político que nunca suele acabar bien porque exacerba el sentimiento y reduce el espacio de la razón.
Dejamos el foro y volvemos a la tribu, al triunfo del viejo sofismo, al proyecto de lo colectivo articulado por unos pocos por encima del irrenunciable derecho al proyecto personal.
Lo que representa este nuevo Gobierno está bien lejos de la igualdad, la solidaridad o la tolerancia. Una vez más, en un momento crucial del proyecto común, nos damos un tiro en el pie.
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