Bernardo Palomo

Los toros en vietnamita

Entrando en agujas

23 de marzo 2022 - 01:33

Estoy totalmente de acuerdo con mi querido Manolo Sotelino cuando escribía el poco sentido que tiene, ahora, la cartelería porque se editan y desaparecen de la escena pública. Hoy el cartel sirve para levantar la chispa que prenda una galería de comentarios, casi todos en contra y algunos de muy mal gusto y amparados en el anonimato cobarde de las redes sociales. Pasa el aluvión crítico y, como no se ven, todo queda en suspenso hasta el año siguiente. En estos días se ha presentado el cartel que anunciará la feria taurina de la Real Maestranza de Sevilla y el reguero de críticas en contra del mismo ha sido descomunal.

Antes que nada, debo decir que a mí las dos obras del vietnamita-danés que ha realizado como carteles no me gustan absolutamente nada. No me interesan como carteles anunciadores porque necesitas un libro de instrucciones al lado o un prospecto explicativo para entenderlos y cualquier pieza artística que necesite de una guía deja, de por sí, bastante que desear. Por lo tanto, no me parecen obras apropiadas para cartel alguno.

Con esto no quiero decir, ni mucho menos, que abogue por la vuelta de las resabiadas, abrumadoras y pobres obras de Hipólito Llanes, Escacena o López Canito para anunciar los toros. Creo que la Maestranza, desde que el recordado Juan Maestre comenzara la búsqueda de autores importantes para ser, después, los anunciadores de las corridas en Sevilla, ha conseguido una gran colección de Arte Contemporáneo que perdurará en el tiempo como piezas de valor incalculable pero no, salvo excepciones, una buena colección de carteles taurinos.

El pintor Danh Vo es un gran artista conceptual, uno de los mejores en su género, que ha investigado y ha realizado dos piezas llenas de sentido, con una carga intelectual importante y un concepto muy bien pensado y distribuido. Por eso merece el mayor de los respetos; algo que no se ha tenido por el público y, lo que es peor, por ciertas firmas consideradas estrellas del periodismo. Pero como cartelista taurino ha sucumbido absolutamente.

Él no tiene la culpa. Echémosela a quien lo ha buscado para hacer lo que ha hecho. Bueno, tiene algo de culpa: presentarse con esa camisetilla pordiosera en tan emblemático templo.

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